Violín o Chelo

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El paramédico seguía relatando mientras la médica no podía apartar la mirada de aquel rosto más blanco que el papel y reparar en su vestimenta, llevaba un sweater de lana blanco el cual estaba manchado de sangre por todas partes. Su piel se erizó. - Luisi, estás bien? - Rocío se acercó a ella al notar a su amiga estática, plantada contra el pavimento. - ¿Luisi? -

Luisita con los ojos a punto de salir de sus zócalos, la respiración entrecortada y el miedo recorriéndole el cuerpo entero, sentía la boca seca y la garganta dolorida. - Ella... Yo la he visto. - Murmuró entre dientes como pudo.

-¿La conoces? - Rocío la veía extrañada. - ¿Dónde la has visto? -

-En mis sueños. -

La presión en su pecho entrecortaba su respiración, sus ojos se nublaron y la cabeza empezó a darle vueltas sintiendo su cuerpo débil y a punto de caer unos brazos fuertes rodearon su cuerpo, luego oscuridad.

Cuando empezó a recobrar la consciencia logró percibir que estaba tumbada en alguna parte del hospital, probablemente una camilla dado el olor antiséptico del alcohol y a lo lejos podía escuchar el llamado de las enfermeras a sus médicos, pacientes quejándose de dolor y alguien empujando una silla de ruedas. Abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue el destello de unos ojos amarillos, los mismos que la perseguían en sus sueños.

Cerró los ojos asustada. - Luisita, ¿estás bien? - Escuchó la voz de su amiga Rocío de nuevo. - Me estás asustando. - Le reconoció bastante preocupada.

Ella se preparó para abrir los ojos de nuevo con el temor de encontrarse de nuevo en una de sus pesadillas, pero esta vez fue diferente, notó la mirada preocupada de su amiga y colega y respiró con alivio. - ¿Qué pasó? -

-Chica, tú dímelo. - Rocío respondió dándole la mota de algodón con alcohol para que siguiera olfateando. - Un momento estábamos recibiendo una paciente, luego tú dices que la has visto en tus sueños, te pones más pálida que una hoja de papel y te desmayaste... ¿De qué iba todo eso? -

-Yo qué sé, estaré deshidratada. - Trató de escabullirse del interrogatorio de su amiga ya que técnicamente tampoco sabía que responderle realmente.

-¿Y qué hay de ella? Tampoco me dirás de qué va? - Apuntó detrás suyo con el pulgar.

Luisita frunció el ceño finalmente percatándose de la morena de rizos que se mantenía en una esquina, apretando en puños la cortina que dividía los cubículos de urgencias, Amelia la miró de reojo y fue todo lo que necesitó para caer en cuenta de lo que estaba sucediendo.

Sus ojos estaban totalmente dilatados, pero al mismo tiempo mostraban miedo, sus labios estaban apretados y sabía lo que pasaría se abriera la boca. Se sentó en la camilla y se aclaró la garganta. - Rocío, nos dejas solas por favor? - Pidió sin apartar la mirada de ella.

Rocío miró entre ellas, pero cuando miró a Amelia esta le desvió la mirada. - Luisita, necesitamos hablar de lo que pasó. - Volvió a dirigirse a su amiga.

-No ha pasado nada, estaré deshidratada y estoy muertisima Rocío. -

-Pero dijiste que habías visto a esa chica. - Insistió la castaña.

-En mis sueños, Rocío, a ti te parece que eso es normal? - Fingió reírse de lo absurdo.

Rocío secundó su risa. - No, muy normal no es. - Estuvo de acuerdo. - La falta de sueño te está afectando, vete a casa. - Prácticamente ordenó.

-Pero me necesitan aquí...

-Desmayándote no te necesita nadie, vete a casa Gómez. - Fue interrumpida por la voz ronca del jefe de médicos quien improvisadamente hizo acto de presencia. - Aquí todo está más tranquilo afortunadamente, ve a casa, descansa, come algo y regresa mañana a primera hora, es una orden. - La apuntó con el dedo.

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