Epílogo

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Nos vamos a querer toda la vida...

Nunca sabes que estas en los días importantes de tu vida hasta que estás en medio de ellos, esos días en los que te levantas creyendo que todo será como lo dejaste la noche anterior a la que te fuiste a la cama como un día cualquiera, hasta que pasa algo inesperado, algo no planeado que torna tu día en uno inolvidable.

Como la primera vez que sentí el tacto de su piel fría en mi cuerpo y su mirada penetrante que me desnudaba en cuerpo y alma, el primer beso que nos dimos y fue como si viera fuegos artificiales detrás de mis ojos. Son los pequeños detalles que hacen que nuestros días sean simplemente mejores y algo transcendentales.

Y así hay muchos ejemplos.

Como el día en que nuestros corazones uno vivo y el otro muerto se conectaron entre sí por primera vez y fue como si realmente hubiera dos latidos allí retumbando en la oscuridad de la noche. Recuerdo ese día y me pone la piel de gallina.

O como el día que conocí a nuestra hija, por supuesto cuando esto pasó yo no tenía idea de que se convertiría en la luz de nuestros ojos, pero aun así supe desde el primer momento que algo simplemente me hacia sentirla cercana a mí.

-¿Qué tenemos? - Preguntó la médica al entrar a emergencias colocándose los guantes de latex.

La enfermera empezó a referir. - Es una bebé de unos seis meses, la encontraron abandonada dentro de una caja en un callejón, está hipotensa y con aparentes problemas para respirar, su temperatura es muy baja. - La mujer mayor informaba a la rubia con cara de mortificación.

Luisita se acercó a la infanta que tenía los ojitos a medio cerrar y su respiración era pesada y ronca, estaba fría al tacto, le recordó tanto al tacto de su novia. - Pásame la mascarilla. - Pidió a la enfermera que diligente pasó la mascarilla de oxígeno pediátrica a la médica y esta la puso sobre la nariz y boca de la bebé. - Ordena unas analíticas completas, vamos a averiguar que tiene esta pequeña. - Luisita se le acercó con el estetoscopio para escuchar su corazón y sus pulmones.

-La policía querrá hablar con usted, Dra. Gómez. - La enfermera informó señalando a los dos oficiales que recibieron el caso de la pequeña abandonada a unas cuadras del hospital.

Luisita se colocó el estetoscopio sobre el cuello y asintió. - Luego hablo con ellos. - Miró a la niña que a pesar de su aspecto débil parecía seguirla con la mirada. - ¿Alguien la ha cargado? - Preguntó de la nada sin apartar sus ojos de la niña.

-No doctora. -

-Bueno yo creería que si algún desalmado es capaz de dejarme abandonada en un callejón sucio y frío lo que más me gustaría sería que me sostuvieran. - Acarició la cabeza llena de cabellos negros delicadamente. - Ha que sí pequeña, te gustaría. - Le sonrió con un naciente nudo en la garganta.

Con mucho cuidado puso una mano sobre la cabeza y el cuello y con la otra atrajo a la bebé hacia su pecho, la enfermera asistió sosteniendo la mascarilla de oxigeno donde correspondía. - Todavía me sorprende que exista tanta maldad como para dejar a este pequeño ángel abandonada. -

Luisita sostuvo a la pequeña contra su pecho lo mejor que pudo sin perturbarla demasiado. - Hay gente muy mala allí fuera, Nancy, pero nosotras la vamos a cuidar mucho, ¿cierto? - Preguntó a la mujer a su lado y esta asintió con una ligera sonrisa en los labios. - Admítela en pediatría, llama a cardiología para una consulta y déjame saber los resultados de las analíticas. - Instruyó la médica para luego volver a dejar a la bebé sobre la camilla con algo de pesar, la miró por unos segundos y luego salió de allí.

She Dark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora