Prólogo

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31 de Octubre, las calles estaban algo solas sobre todo a esas horas, era domingo por la noche y al día siguiente no era laboral, así que si la gente quisiese salir de fiesta a celebrar Halloween pues era el momento perfecto, antes en la tarde había visto por su barrio a los niños haciendo el tradicional "Dulce o Truco" de casa en casa con sus disfraces, algunos clásicos otros más elaborados, pero siempre con una sonrisa en la cara, ella les sonreía, le encantaban los niños.

Los había visto de camino a su trabajo al igual que a algunos adultos que sin importar sus edades se habían disfrazado también para pasar una tarde/noche agradable. A eso de las 11 de la noche de regreso a su pequeño apartamento se percató de las calles mojadas y una llovizna ligera seguía cayendo, se aferró a su abrigo abrazándose a sí misma y metiendo la nariz en su bufanda buscando el calor que su engarrotado cuerpo necesitaba.

A lo lejos se escuchaban los aullidos de los perros pero fuera de eso todo estaba silencioso y sin embargo la sensación de sentirse vigilada le hizo aumentar la rapidez de sus pasos, no sabía que era, pero una sensación extraña recorrió su cuerpo, una mezcla entre miedo y angustia.

Afortunadamente al cruzar la esquina visionó el portal de su edificio, sacó las llaves del bolsillo delantero de su pantalón, abrió la puerta y una vez dentro respiró profundo otra vez, miró por la rendija, vigilando si por casualidad alguien venía detrás suyo o había alguien más acompañándola en esa última fría y sola noche de octubre. Decidió subir las escaleras para que su cuerpo entrara más en calor y al llegar a su puerta ya tenía la bufanda en la mano y la llave lista para abrir.

El interior de su apartamento estaba totalmente oscuro y al encender la lámpara al lado del sofá escuchó como la lluvia empezaba a caer más fuerte afuera, agradeció entonces haber llegado a casa antes de que el agua la empapara por completo, se quitó el abrigo dejándolo abierto en el perchero detrás de la puerta principal cuando un fuerte trueno con relámpago le sobresaltó estremeciendo su cuerpo al completo, entonces sus reflejos se agudizaron y su mirada no pudo evitar caer en lo que había detrás de la cristalera que daba al pequeño balcón.

Soltó la toalla que había alcanzado para secar un poco su cabello y cara cuando los relámpagos seguían iluminando aquella figura detrás de la cristalera, sintió su cuerpo empezar a temblar a medida que se acercaba a esta y con algo de duda abrió la puerta doble de vidrio dejando que una ráfaga de viento frío helara su rostro.

Y allí estaba con la mirada gacha y sosteniendo un costado de su cuerpo con una mano, el cabello caía sobre su rostro este estando ya mojado al igual que su ropa. - ¿Qué haces aquí? -

-He venido a verte. - Le contestaron segundos después con un hilo de voz.

Ella resoplando respondió. - Pues yo no quiero verte a ti, te dije que no puedes venir aquí y tampoco puedes entrar. -

-Ya lo sé, no he entrado, por más que quiera me tienes que invitar. - Respondió brevemente levantando la vista para luego mirar al suelo de nuevo. - Solo quería verte. - Se movió nerviosa en sus talones mientras el agua lluvia seguía empapando hasta su frío corazón.

-Pues ya lo has hecho, ya te puedes ir. - Sabía que estaba siendo dura, pero sentía la necesidad de serlo, de lo contrario caería ante ella otra vez y no estaba lista para hacerlo. La mujer asintió con gesto cansado y se movió hacia atrás buscando el balcón para saltar desde esa altura como tantas otras veces atrás cuando el dolor en sus costillas le hicieron sisear. - ¿Qué te pasa? - La miró con el ceño fruncida, acercándose a ella incluso.

-Nada, no es nada. - Trató de restarle importancia moviéndose otra vez dolorosamente.

Fue cuando la otra mujer miró al suelo encontrando muestras de sangre mezclarse con agua. - ¿Estás sangrando? Pero cómo... Mira, da igual, entra de una vez. - Largó una mano quitándose de en medio.

She Dark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora