- Si no puede hacer esta mínima cosa que le estoy diciendo, como espera que esta situación mejore señorita Minatozaki.- preguntó la asesora con el mínimo de paciencia que le quedaba en su cuerpo. Intentar que Sana fuese disciplinada había sido una de las cosas más difíciles de su carrera.
- Dios...- giró los ojos Sana, mientras sentía los ojos de Nayeon clavados en su espalda, obligándola a reaccionar ante su pequeña orden.- Creo que prefiero seguir siendo la deshonra de mi padre...- susurró mientras hacía bailar sus dedos contra la encimera de mármol de su cocina.
- ¿Qué dijo señorita Minatozaki?
- Que creo que esto es estúpido Im Nayeon.- habló con rebeldía mientras se giraba para estar cara a cara con su niñera.- ¿Cómo esto va a hacer que mi padre esté orgulloso de mi?
Nayeon intentó mantener la calma, intentó contar en su mente hasta 100, 1000, un millón; intentó cerrar sus ojos y para no tener que verle la cara a la malcriada niña frente a ella porque si no podría haberla abofeteado ahí mismo.
- Señorita Minat...
- Lo único que propones son cosas aburridas y sin sentido Im Nayeon.- la interrumpió.- Ya hay alguien en esta casa que hace todas esas tareas.- habló elevando sus manos, exagerando sus movimientos.- Así como te pagan a ti por "asesorarme"- exageró nuevamente sus movimientos de comillas- hay personas que les pagan por ordenar y limpiar esta casa.
Nayeon apretó instantáneamente sus dientes, sintiendo que los perdería todos a causa de la rabia que sentía por culpa de Sana.
- Entonces no podré ayudarla.
- Bien, no me ayudes Im Nayeon.- habló mientras se preparaba para abandonar la cocina y dirigirse a su habitación, dejando a una molesta Nayeon en la cocina.
El cuerpo de la asesora parecía incendiarse de rabia, jamás en toda su vida había conocido a alguien tan malcriada como aquella chica, su cuerpo solo tenía deseos de ahorcarla, de decirle lo que verdaderamente pensaba de ella, y obligarla a abrir sus ojos, a que se diera cuenta que la única patética en esta historia era ella. Ella y su falta de disciplina, ella y su ego de mierda, ella y su tonto aire de superioridad.
Y hoy, lamentablemente para Nayeon, no encontró el auto control para frenar su rabia.
Con rabia subió las escaleras hasta la habitación de Sana y abrió la puerta con molestia.
- ¡Qué crees qué haces Im Nayeon entrando así a mi habitación!- gritó Sana con molestia, enderezando su cuerpo de la cómoda posición horizontal en la que se encontraba tendida en la cama.- ¡Acaso no sabes golpear!
Nayeon no podía pensar, no podía seguir con este estúpido juego, por primera vez en años, estaba lista para rendirse. Pero no sin antes decirle unas cuantas verdades a la malcriada chica.
- Espera a que mi padre se entere de que eres una maldita tirana y que invades mi privacidad.
- Cállate de una vez.- dijo Nayeon con rabia, mientras notaba como Sana abría los ojos con sorpresa.- No quiero escucharte más, no quiero saber más de ti, me cansaste.- habló con furia.- Por primera vez en mi vida me cansé, ni todo el dinero del mundo puede hacer que te siga soportando Minatozaki.- dijo para luego tomar la manilla de la puerta.- Renuncio, buena suerte explicándoselo a tu padre.- finalizó para darle un portazo a la puerta.
Bajó la escalera con rapidez, lista para subirse a su auto, ir a la oficina y decirle al señor Minatozaki que decidía renunciar al estúpido trabajo de cuidar a la maldita mocosa de su hija.
- ¡Espera!- el grito desesperado de Sana siguiéndola solo aumentaba su rabia.- ¡Im Nayeon!
- ¡Deja de llamarme así!- ladró la mayor mientras tomaba su cartera y llaves del auto, y se dirigía a la puerta de la mansión de Sana.
En cuanto tocó la enorme manilla de la puerta de salida de la casa, el cuerpo de Sana se interpuso.
- Hazte a un lado.- ladró molesta.
- Por favor, espera.- jadeó Sana.- Lo siento, lo siento.
- No vengas con estupideces ahora.- dijo la mayor, intentado abrir la puerta, sin importar que ésta golpeara la espalda de Sana.- Tú y yo sabemos que siempre quisiste deshacerte de mi, así que felicidades, lo has logrado.
Nayeon empujó con cuidado a Sana hacia un lado, porque para la mala suerte de ella, Sana seguía siendo la hija de su jefe. La malcriada chica resistió el empujón y con fuerza sujetó los hombros de Nayeon.
- No te vayas, por favor, mi padre me matará si te vas.
- ¿Y eso es problema mío?- preguntó Nayeon con sarcasmo.- ¿Acaso tiene que importarme lo que pase contigo?- dijo mientras quitaba las manos de Sana de su cuerpo.
- Y-Yo...- titubeó Sana.- Por favor señorita Im, se lo suplico.
El cuerpo de Nayeon pareció incendiarse otra vez, pero por un motivo completamente diferente al anterior, aquella mísera súplica la tomó desprevenida y la hizo sentir como una maldita quinceañera al sentir como su estómago se revolvía de la emoción.
¿Acaso había doblegado a Sana?
- Tú llamándome "señorita Im" no cambiará las cosas.- se burló mientras imitaba a Sana con las comillas.- Ya te lo dije: me cansaste.
- Pues des-cánsate por favor, por favor.
- ¡Ay Dios!- gruñó Nayeon.- Ni para pedir disculpas sabes, maldita sea.- habló por última vez la mayor, para luego sentir como Sana volvía a sujetar sus hombros, sintiendo como sus manos temblaban sobre ella, mirando atentamente el rostro de la malcriada chica lleno de terror.- No quiero ser mala contigo, así que mejor déjame ir.
- No, no puedo dejar que te vayas.- habló Sana por última vez, para luego rodear el cuello de la mayor con sus brazos y plantarle un beso en los labios a Nayeon.
Sana le dio un beso desesperado a su niñera, con toda su energía, la besó con agitación, de una manera casi forzosa, pero con la intención de que aquello fuese suficiente para retener a Nayeon. Para lograr que la mayor se quedara unos minutos más.
La mayor soltó su cartera y las llaves del auto, las cuales cayeron al suelo con increíble escándalo, e intentó despegar a Sana de su cuerpo retenido por la menor, pero la malcriada chica seguía besándola, seguía con sus labios adheridos a los suyos, manteniéndola entre la espada y la pared: disfrutar o no aquel beso.
Nayeon podía ver cómo Sana mantenía sus ojos cerrados con fuerza, y por un segundo decidió imitarla.
Cerró los ojos y solo pudo concentrarse en la forma en que los labios de Sana calzaban perfectamente entre los suyos, sintiendo como aquella chica ponía todo su esfuerzo en aquel beso, que Nayeon debe aceptar que fue increíble. No fue hasta que sintió el cuerpo de Sana pegado al suyo que reaccionó.
Sana había decidido brincar y enganchar sus piernas en la cintura de Nayeon, obligando a la mayor a sujetar sus muslos para que ambas no cayeran.
Para sorpresa de Nayeon, Sana era increíblemente liviana, y a modo de reflejo apoyó el cuerpo de la menor contra la puerta por la que planeaba irse hace unos minutos atrás.
- No te vayas.- jadeó Sana en un pequeño suspiro contra los labios de su niñera.- Al menos fóllame antes de irte.
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A/N: Hola cariños míos, ¿cómo están? Yo aquí volviendo a escribir después de mi cirugía, la cual por suerte salió todo bien. Los extrañé mucho, y espero que les guste este capítulo.
Lo re-escribí en tiempo récord, para que pudiesen disfrutarlo hoy. Un besito enorme, les tkm 💖
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The Brat Tamer [+18] [SaNayeon]
Short StorySana es la hija del CEO de una gran compañía de entretenimiento, y sus escándalos han empezado a dañar la reputación de su padre. Su padre, decide contratar a una abogada que logre salvar su empresa, haciendo todo lo posible para domar a su malcriad...