II

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- ¿En serio hizo eso?- la voz de su mejor amiga sonaba más alto de lo normal, mientras Nayeon solo podía masajear la sien de su cabeza.

- Esa mocosa un día me va a matar.- habló Nayeon con sus ojos cerrados, sintiendo como su cabeza dolía y podía sentir ese pálpito constante contra su sien de una que otra arteria en su cabeza.- No la soporto.

- Sigo sin poder creerlo.- habló la otra chica mientras procuraba servir más soju en el pequeño vaso de cristal. - De seguro lo hace a propósito.

- Jeong, claramente lo hace a propósito.- habló la primera chica.- No es un secreto que Nayeon sea la mujer más homosexual de esa empresa.- se burló con indiscreción, haciendo que Nayeon hiciera un gran "shhhh".

- No te rías tan fuerte Jihyo, dios...- reclamó con malas pulgas Nayeon, mientras abría sus ojos y tomaba el vaso entre sus dedos.- Esa mocosa cree que es mi tipo, pero jamás en un millón de años...

- ¡Nayeon!- gritaron al unísono Jeongyeon y Jihyo.- Ninguna de las dos te creemos.- agregó la más pequeña de ellas.

Sus mejores amigas siempre habían sido muy deslenguadas, se conocían desde prácticamente jardín de niños, y a pesar de sus diferencias, el amor y la confianza que tenían entre ellas era todo lo que Nayeon podía necesitar.

Nayeon amaba a sus amigas y sabía que ellas la amaban también.

Ellas fueron las únicas personas que se mantuvieron a su lado cuando decidió salir del closet a sus 23 años. Fueron las únicas que jamás dejaron de quererla. No como sus padres.

Sus padres decidieron "matarla" figurativamente en ese mismo instante que las palabras "soy gay" abandonaron sus labios, pero no fue ninguna sorpresa para ella.

Siempre había sido muy buena para leer a las personas y sabía exactamente lo que sus padres dirían. Y haría que se arrepintieran.

Tendría tanto dinero, tanto éxito, tanta fama, que sus padres se arrepentirían de haberla asesinado de sus recuerdos y familia.

Y es que Nayeon no se caracterizaba por simpatizarle a la gente, al contrario, su presencia y excesiva sinceridad solía retorcer estómagos ajenos. Sus gestos, su forma de expresarse, el juzgar constantemente las conductas de los demás, estar siempre un paso adelante, le permitían ser la mejor en todo lo que hacía.

Era la mejor en todo. Absolutamente todo. Nadie podría detenerla, nadie podría hacerla tropezar, nadie podría jugar con ella, nadie podría humillarla o superarla. Porque Im Nayeon es única, porque Im Nayeon es la mejor.

Y si tenía que acabar con toda competencia, lo haría. Si tenía que traicionar a quien se cruzara en su camino, la haría.

Simplemente no le importaba nadie más que ella.

Ella, Jihyo, Jeongyeon. Nadie más que ella y su verdadera familia.

Así que cuando le dijeron cuánto dinero le darían por cuidar a una niña mimada, no lo pensó dos veces. Hasta se atrevió a pedir un cero más en aquella cifra estratosférica de dinero. Y por supuesto que dijeron que si. No estaban contratando a la mejor por nada.

- Se los juro, esa mocosa me vuelve loca.- habló con tranquilidad Nayeon para luego beber aquel shot de soju que Jeongyeon le había servido.- Tratar de conquistarme es lo más estúpido que se le pudo ocurrir.

- Independiente de lo estúpido que suene, no creo que quites la mirada cuando camina solo con una toalla frente a ti.- continuó Jihyo.

- Tanto dinero y ni clase tiene.- expresó a regañadientes Nayeon, mientras servía soju para sus amigas y ella.- Si quisiera conquistarme debería tener clase, elegancia, disciplina.

- ¿Cómo quién? ¿Mina?- molestó Jeongyeon mientras bebía, notando como Jihyo le ofrecía una mirada llena de odio.

- ¡Exacto!- dijo Nayeon con rapidez.- Esa mujer si que es maravillo...- no pudo seguir hablando porque Jihyo cubrió su boca con la mano.

- No escucharé tu discurso ebrio de lo perfecta que es Mina una vez más.- reclamó la menor.- ¡Deja de mencionarla Jeongyeon, maldita sea!

- Solo me causa demasiada risa que aún no la supere.- se burló Jeongyeon.

- Eres la peor amiga que puede existir.

- ¡Yaaaah!- gritó Nayeon mientras quitaba la mano de Jihyo de sobre su boca.- Ya la superé, hace muchísimo tiempo.

- Hablar de ella cada vez que te emborrachas no es superarla.- habló Jihyo con calma.

- Escúchame, ella hizo lo que debía hacer.- habló Nayeon con calma mientras la apuntaba con su dedo índice.- Le ofrecieron vivir en New York, con el triple de sueldo, estar a cargo de la división coreana de la empresa EN EL EXTRANJERO...- continuó Nayeon para luego aplaudir lentamente.- Yo también habría aceptado. ¡A la mierda el amor! Solo importa el dinero y el poder, malditas hippies.- terminó con una carcajada mientras apuntaba a sus dos amigas.

- Te odio.- rió Jeongyeon para tomar su vaso y esperar que sus amigas la imitaran.- ¿Entonces por qué quieres brindar?

- Brindaremos por el dinero, el poder y ustedes, mis grandes amigas.- dijo con orgullo Nayeon.- No necesito nada más que eso.

- Babosa.- rió Jihyo ante la ternura de Nayeon, para luego estrellar sus vasos al mismo tiempo y beber juntas.

••••

Nayeon llegó a su departamento y con pesar se quitó sus tacones, colocó sus pies en su suave par de pantuflas y decidió ir por una ducha.

Quitó cada una de sus prendas con sumo cuidado, procurando dejarlas sobre su cama perfectamente hecha.

Desnuda se aproximó a la ducha y dio el agua con rapidez, esperando que ésta alcanzara la temperatura perfecta para poder introducirse en ella.

Dejó que el agua impactara su rostro y cuerpo con suavidad, sintiendo como el calor inundaba lentamente sus sentidos. Acarició su cabello hacia atrás y se volteó para recibir la exquisita caricia del agua sobre su cuello, bajando por su espalda, su trasero, muslos.

Abrió con cuidado su botella de shampoo y entonces la recordó.

El cuerpo casi desnudo de Sana frente a ella, ese aroma delicioso de frutas, ese calor que emanaba desde su cuerpo, esa sonrisa pícara y claro, ese maldito "Im Nayeon" salir de sus labios con maldad.

Recordó el primer pensamiento que se cruzó por su mente al verla así, ese deseo casi instintivo de acercarse a ella y besarla para que no volviese a llamarla así; recordó como su corazón latió con imprudencia al verla completamente desinhibida, rebelde, desobediente frente a ella.

- Maldita mocosa.- murmuró por lo bajo Nayeon, mientras lavaba su cabello.

Recuerda que ese también fue su primer pensamiento al verla así frente a ella. Para luego sentir esa necesidad de disciplinarla como si su vida dependiera de ello.

Deseó tomarla en sus brazos y llevarla hasta donde se encontraba su ropa, ordenarle que se vistiera frente a ella, que se vistiera como ella le ordenaba, con la ropa que a ella le gustaba.

Deseaba verla obedecer de una vez por todas.

Deseaba quitarle esa sonrisa burlesca del rostro de una vez por todas. Deseaba enseñarle a obedecerla, maldita sea.

¿Acaso era tan difícil seguir sus instrucciones, sus órdenes, sus reglas?

"Si te quedas parada mirándome, no podré apresurarme"

- Ugh...- se quejó Nayeon ante la frustración de ese maldito recuerdo.- No me vas a ganar Minatozaki, me obedecerás aunque sea lo último que haga.

••••





A/N: Holi, aquí dejando un poquito de contexto y drama, espero que les guste este capítulo, que ya poco a poco vamos de lleno a la cochiná. Gracias por leer esta historia y comentarla siempre. Les tkm💖

The Brat Tamer [+18] [SaNayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora