XIV

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Sana instintivamente acercó su cuerpo desnudo al de su abogada, y con cuidado, casi temor se intentó acurrucar contra el ahora tibio cuerpo de la mayor.

Intentó deslizar secretamente su brazo por el vientre desnudo de la mayor mientras ubicaba su rostro, aún acalorado, contra la piel húmeda del pecho de Nayeon.

— Señorita Minatozaki...— suspiró Nayeon junto a su rostro, mientras la rodeaba tímidamente con uno de sus brazos, recibiéndola contra su pecho.

Fue un movimiento sencillo y sin esfuerzo alguno. Fue un movimiento cómodo y tranquilo. Fluido y complemente inesperado por parte de la mayor.

Nayeon quiso culpar al cansancio, al agotamiento, más que a el querer acurrucarse con Sana. Y es que en la mente de Nayeon, su excusa era que aún no se sentía con fuerzas para "discutir", para alejarla, para volver a sus clásicos roles. Al maldito status quo que habían diseñado.

Dejó que el agotado cuerpo de Sana se enganchara al suyo, dejó que la menor buscara refugio o calor en ella por un par de minutos, la dejó acomodar su rostro junto a su pecho, la dejó abrazar su cintura y pegar su húmedo cuerpo al de ella. Pero solo unos minutos, pensó Nayeon.

Solo unos minutos, Im Nayeon.

Podía sentir sus cuerpos acompasados, podía sentir cómo se alimentaban tímidamente del calor de la otra, podía sentir el amarre de Sana contra ella y por un segundo olvidó que lo estaba intentando.

— Primera regla.— susurró la menor abrazada a la cintura de la contraria.— Me dirás Sana luego de que lo hagamos.— habló con calma, despertándola de sus pensamientos.— Hasta que amanezca.

¿Por qué le molestaba tanto que Nayeon la llamara así luego de que tenían sexo? No era como si le importara en absoluto, se conocían hace casi 3 meses, se veían todos los días y hablaban a cada hora. El "señorita Minatozaki" prácticamente se había convertido en su nuevo nombre, y es más, en días como hoy dejaba que la tonta niñera la tratara de "perra, zorra, puta", ¿entonces por qué "Señorita Minatozaki" la hacía sentir así de mal, así de vacía, así de impersonal, así de lejana?

— Acepto.— habló Nayeon con suavidad mientras sentía su piel completamente adherida a la húmeda piel de la malcriada chica, y aquello se sentía demasiado íntimo, demasiado privado, demasiado romántico para el gusto de la abogada pero tampoco deseaba moverse, no aún.— Siguiente regla.— continuó.— Te dejaré acurrucarte desnuda contra mi solo un par de minutos.— La temperatura entre ellas se iba enfriado.

Poco a poco la realidad empezaba a colarse entre sus cuerpos. El calor entre ellas empezaba a disminuir, estaban poco a poco volviendo a su normalidad.

— Acepto.— habló Sana sin moverse ni un centímetro de encima del cuerpo de la abogada.— Otra regla.— continuó pensativa.— Quiero que me acaricies hasta dormirme.

Cuando Sana dijo aquello en voz alta, sintió cómo su respiración era retenida en sus pulmones, pero era la primera vez que se atrevía a demandar lo que deseaba cuando de Nayeon se trataba.

— ¿Pero...

El titubeo la hizo sentir horrible. Pero no daría su brazo a torcer. Deseaba que Nayeon la acariciara de una vez, aunque fue solo esta vez...

— Im Nayeon, me humillas, te burlas de mi, me haces andar en cuatro patas como un puto animal, lo mínimo que puedes hacer es darme mimos, ¿no crees?— respondió a la defensiva la menor. Nayeon sintió su cuerpo tensarse levemente, la menor tenía razón, sabía la importancia del aftercare, pero ¿por qué le era tan difícil hacerlo?— Hazlo ahora.— ordenó Sana.— Por favor...

— Acepto.— suspiró Nayeon y a regañadientes acarició la espalda de la menor. Con la yema de sus dedos recorrió la columna de Sana con suavidad, subiendo y bajando por ella con lentitud.— Siguiente regla.— continuó.— Deberas traer tu propia ropa para cambiarte, solo te proporcionaré toallas y un pijama.— instruyó.— Y no, no puedes dejar ropa tuya aquí, Sana.

The Brat Tamer [+18] [SaNayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora