XVII

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— Hazlo.

El susurro de Nayeon fue cálido y sereno, no parecía una orden si no más bien una simple autorización. Una confirmación.

— ¿Qué?— preguntó nerviosa Sana, mientras sentía sus mejillas ruborizarse ante el simple pensamiento de Nayeon deseando también uno de sus besos.

— Hazlo.— habló nuevamente.— ¿Quieres besarme, Sana? Pues hazlo.

Las palabras de Nayeon se dibujaban suaves y secretas, pero tan claras que por un momento Sana se sintió completamente vulnerable. Su mano se mantenía junto a la mejilla de su abogada pero por primera vez no sabía cómo continuar.

¿Acaso había perdido la cabeza?
¿Acaso Nayeon también estaba sintiéndose diferente?

— Yo...— titubeó la menor sin separar sus ojos de los labios de la contraria. Expectante tal vez a una burla o alguna humillación, expectante tal vez a una palabra de cariño, tal vez reciprocidad.— ¿Acaso tú...

— Sé lo importante que es para ti el aftercare.— continuó Nayeon, deslizando su mano hasta la cintura de la contraria y acercándola aún más a su cuerpo desnudo.— Puedes hacerlo.

¿Aftercare? pensó Sana con rapidez. Esto no era aftercare, porque su corazón latía a destiempo y un pequeño nudo en la garganta parecía querer robarle el aliento, no era una simple necesidad de un abrazo y un beso.

— ¿Aftercare?— preguntó tratando de descifrar el discurso de la abogada, mientras la mayor recorría su espalda desnuda y le regalaba una serena expresión.

— Puedo notar como luego de acabar buscas siempre besarme y abrazarme.— continuó la mayor con suavidad.— Y está bien, algunas personas necesitan un poco de contención luego del sexo.— finalizó acercando su rostro al de la contraria, apoyando su frente contra la de Sana.

Ahí estaba.

La simple y sencilla lógica de Im Nayeon. La forma más rápida de romperle nuevamente todas sus ilusiones.

Ilusiones que ni siquiera ella misma sabía que tenía. Ilusiones en las que Im Nayeon si deseaba besarla, si deseaba tenerla entre sus brazos y llenarla de caricias suaves y dulces, llenar su piel de besos y tímidas mordidas, dormir abrazadas susurrándose una y otra vez lo hermosas que eran, lo mucho que se querían, lo mucho que adoraban estar así de felices.

Pero nada de lo que estaba ocurriendo se sentía así. Al contrario, la crudeza y frialdad de Nayeon jamás dolía tanto como cuando Sana se encontraba completamente desnuda entre sus brazos.

El corazón jamás le dolía tanto como cuando Nayeon parecía vivir cada interacción con ella como un simple trabajo. Cómo si no significara nada el estar abrazadas desnudas, besarse, follar.

— Siempre tienes nuevas formas de superarte Im Nayeon.— habló con seriedad, pero con una tímida sonrisa torcida.

Y es que Sana no sabía por qué cada vez que la tonta niñera abría la boca, todo dentro de ella se volvía frustrante y  estúpido. La tonta idea de querer besarla ahora no era más que una estupidez, una debilidad.

Su cabeza no hacía más que cuestionar la tonta necesidad de "aftercare" como lo había mencionado la estúpida Im Nayeon, y se maldijo ante la poca fuerza de voluntad que poseía, se maldijo al darse cuenta que una y otra vez Nayeon parecía ganarle este estúpido juego de poder, se maldijo por el doloroso pesar en su ego por culpa de la abogada insensible.

¿Por qué todo era tan difícil? ¿Por qué Nayeon la lastimaba hasta cuando no quería lastimarla? ¿Por qué Nayeon era tan ciega?

Y peor aún, ¿por qué nada de lo que estaba ocurriendo parecía afectarle?

The Brat Tamer [+18] [SaNayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora