XIII part. 3

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Sus propias manos se encontraban completamente espásticas en las caderas de Nayeon, las yemas de sus dedos parecían incendiarse ante el simple hecho de encontrarse enterradas en aquella deliciosa curva en el cuerpo de la abogada.

El calor entre sus cuerpos se sentía sofocante, se sentía completamente desesperante. La ropa ya parecía innecesaria en la mente de Sana.

Aún podía distinguir el leve dolor en la piel de su cuello luego de aquella mordida, aún podía sentir el ardor del pellizco de los dientes de la mayor en su piel y vaya que deseaba más.

Su mente en blanco, sus manos aferrándose a aquella caricia autorizada y restringida, su cuerpo completamente perdido ante la sensación de encontrarse debajo del exquisito peso de Nayeon sobre ella.

Y es que Sana jamás pensó que podría llegar a sentir esto. Jamás pensó que el cuerpo de Nayeon estaría sobre el suyo, o si quiera tocarlo.

Y quería más, quería tocar cada centímetro de piel del cuerpo de la mayor, quería besarla, quería lamerla, quería marcarla, quería todo de Nayeon y más.

- ¿Puedo tocarte?- la pregunta nació tímidamente de los labios de Sana, mientras sentía como retenía su respiración a espera de la respuesta de Nayeon que aún se encontraba con su rostro oculto contra su cuello.

- ¿Deseas tocarme, Minatozaki?- respondió Nayeon, mientras decidía arrastrar su lengua sobre la delicada y sensible piel del cuello de la menor, notando cómo esta suspiraba sonoramente.- ¿Y cómo deseas tocarme, cariño?

Sana sentía su centro empaparse solo ante la simple idea de poder tocar a Nayeon.

Sentía como la húmeda lengua de la abogada se arrastraba sin vergüenza alguna por su febril piel y jamás se había sentido tan indefensa.

Sabía exactamente como deseaba tocar a Nayeon, como deseaba sentirla, pero su cuerpo solo se mantenía inmóvil, solo podía cerrar sus ojos y sentir las caricias de la mayor sobre su cuerpo, como los labios de Nayeon besaban su cuello, como succionaba de vez en cuando su pulso, sabiendo exactamente las marcas que eso le dejaría.

- Yo...- titubeó Sana, intentando concentrarse en la conversación más que en las sensaciones que la mayor ocasionaba en su cuerpo con sus caricias.

- Shhh.- interrumpió Nayeon enderezando su cuerpo para acercarse a los labios de la menor y darle un lento y profundo beso. Sus labios se rozaban con increíble placer, Nayeon dirigía con destreza el ritmo del beso, llevando casi al jadeo a la mimada chica.- Me encanta como besas, Minatozaki.- susurró con su voz rasposa y sensual.- Lo haces tan bien, perrita.

Aquel comentario la hizo sentir feliz y temblar al mismo tiempo, involuntariamente junto sus piernas y elevó sus caderas, intentado soportar la tortura que la abogada le estaba haciendo pasar y es que le encantaba que Nayeon la felicitara o le dijera lo "buena chica" que era, le encantaba complacer a Nayeon.

- Tienes unos labios hermosos.- suspiró junto a sus labios la mayor, haciendo que Sana se retorciera ante la cercanía.- Y parece, que sabes usar muy bien tu boca, ¿no es así Minatozaki?

El corazón de Sana latía desbandado, su cuerpo se encontraba tan inquieto que no sabía qué hacer con él, y en su cabeza solo existía un pensamiento, una posibilidad, una respuesta ante esa pregunta.

- Por favor...- suspiró Sana, con sus manos temblorosas aun sobre las caderas de Nayeon.

- ¿No es así, Minatozaki? ¿Sabes usar bien tu boca? De seguro muchos la han disfrutado.- preguntó con una sonrisa en sus labios Nayeon, mientras notaba como la menor de sonrojaba.- De seguro les has dado placer a muchos, ¿cierto?- dijo mientras volvía a acercar su pulgar a los labios de Sana y lo introducía nuevamente.- De seguro has sido un puta todo este tiempo.

The Brat Tamer [+18] [SaNayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora