Kim Namjoon.
Definición de perfección si podría referirse a una persona. Alfa, 18 años, 1,86, tez morena y un maravilloso cuerpo ejercitado, sin mencionar el increible empeño académico qué mantenía. El tipo ideal que todos los omegas desean.
Pero al...
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Ni siquiera se había dado cuenta el momento en el que había pasado más de tres semanas de cortejo. Se acercaba el día esperado, era una tradición que el cortejo de un alfa hacia un omega durase 20 días, y para ser sinceros, ninguno de los dos se había dado cuenta de ello.
Cartas, flores, citas, cenas, noche de peliculas entre otras cosas habían pasado en esos días, inclusive su contacto llegaba a ser más íntimo.
Un nuevo inicio de semana se empezaba ese día, juntos dirigiéndose a la institución con sus manos entrelazadas. Incluso más de uno afirmaba el que el joven Namjoon parecía verse mas alegre.
Siguieron caminando hasta dirigirse a los casilleros, separandosen ligeramente por un espacio de entre 6 casilleron, el omega parecía demasiado ocupado revisando sus libros cuando un fuerte movimiento lo sorprendió, el cual apretó en un abrazo de igual manera su vientre. No paso ni un segundo cuando ya había tirado al suelo en un movimiento tosco al alfa que había osado en tocarle su vientre.
-¡QUE DEMONIOS TE PASA!- espectó con fuerza el alfa que había conocido por nombre ken. El fuerte grito hizo que la multitud prestara atención a lo que estaba pasando.
-¡No me toques! Nisiquiera se te ocurra en volver a tocarme el vientre.
Todo el mundo lo sabía, el tocar el vientre de un omega era algo privado, íntimo, y estupido si sabía todas las anteriores, era un lugar íntimo en el que crecerían sus cachorros. El omega tomaba el control y no había algo más peligroso que enfrentarse a un omega en ese estado, ni siquiera a un grupo de alfa.
Solo la pareja de este podría hacerlo, y aún sabiendo todo eso apretó su puño con rudeza. Por que él los había visto en el parque, había visto el como el alfa Kim acariciaba su cintura y parte de su vientre, y este parecía totalmente relajado. Una rabia por parte del rechazo a su tacto lo hizo pararse tosco del suelo para enfrentarse al omega.
-¿Y que me harás?¿Me aruñarás?- preguntó en un tono burlón para después hacercarse a su oido y murmurar un; -Cuida tu tracero, que es lo único que tienes bueno.
Justo termino esas palabras un fuerte golpe proporcionado es su mandíbula lo sorprendió, quedando aturdido unos momentos para volver a ver de que dirección había procedido, encontrandose con unos ojos esmeralda en el rostro del castaño. Nisiquiera había alguna pizca de temor en el, una mirada dura se posaba entre sus ojos haciendo que su lobo se achique en su interior, no estaba de acuerdo con su humano, y el orgullo que mantenía lo hizo volver a erguirse para soltar una risa burlona mientras escupías su saliva con ligeros restos de sangre.
Levanto el brazo para copiar la acción del contrario y proporcionarle un golpe en la mejilla, los jadeos de exclamación de los estudiantes se escuchaban por todo el pasillo, iba a hacerlo. Pero nisiquiera pudo cuando un gran cuerpo venía corriendo sin dificultad hacia el omega, posando sus brazos alrededor de la cadera y vientre de este y pegándolo a su pecho.
