xxii. Encuentros inesperados

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Musicalización del capítulo: Doubt
Twenty One Pilots

Cheong-san se había paralizado. Esta vez sintió algo caliente bajarle desde los ojos; las gotas frías de la lluvia se mezclaron con sus lágrimas hirviendo de dolor.

– Mamá – murmuró Cheong-san, en un sollozó casi imposible de oír.

Chayoung volteó entonces, escapando del tormentoso bucle en el que se había atorado. Del otro lado del camión estaba la madre de Cheong-san, o quien alguna vez lo había sido. Ahora era un zombie más. Cheong-san intentó desesperadamente cruzar al otro lado. No daba buena espina su actitud, porque parecía que se lanzaría a darle un abrazo al zombie si conseguía cruzar.

– Cheong-san – lo detuvo On-jo.

Dae-su consiguió pasar por debajo del camión, sin embargo, cuando salió se cruzo con que el camino no estaba libre, y aún había un zombie solitario rondando por allí. Tomó bien el palo que cargaba y le dió un golpe al zombie.

– ¡Basta! – suplicó Cheong-san.

La lluvia devoraba las súplicas que la voz rota de Cheong-san exclamaba, y los alaridos de dolor que lanzó cuando Wu-jin y Joon-yeong, que corrieron a socorrer a Dae-su, comenzaron a golpear al zombie también. Verlo saltar arriba del camión y defender a quien alguna vez había sido su madre le había destrozado una fibra del corazón a Chayoung.

– ¡Hijo de puta! – exclamó Cheong-san, y empujó a Dae-su.

Chayoung dió un respingo de sorpresa cuando lo vió darle un puñetazo a Dae-su, y volteó sobre sus talones para ver si a lo lejos los zombies los habían oído incluso con el fuerte ruido de la lluvia.

– ¿Qué carajos te pasa? – cuestionó Dae-su, intentando sacarlo de encima.

Cheong-san lo soltó, y salió de encima suyo, intentando arremeter contra Wu-jin y Joon-yeong, que no habían dejado de golpear al zombie, sin embargo, Suhyeok y On-jo lo habían sujetado.

– ¡Mamá!

El grito roto y horrorizado de Cheong-san los detuvo finalmente. Todos voltearon a verlo, y las miradas de miedo y confusión se les transformaron en unas de profunda pena al verlo caer de rodillas y llorar. Se tragaron el miedo, que pasó raspando la garganta, porque ninguno se habría animado a volver a golpear a ese zombie, no ahora que sabían quien había sido, y que podían ver en carne propia la tristeza de su amigo.

– Mamá... – murmuró.

Entre las penumbras de la noche, y la poca luz de los faroles, Chayoung distinguió a los zombies subiendo las escaleras. De pronto, cuando un rayo surcó el cielo, pudo verlos con claridad, y se volteó hacía el resto.

– ¡Corran! – exclamó Chayoung.

– Vamos, Cheong-san – le rogó On-jo.

Cheong-san no había podido despegar la mirada del zombie, que se arrastraba en el piso intentando levantarse, y lloró al verla resbalarse con sus propias manos sobre el piso mojado, y quiso estirar su brazo hacía ella.

Wu-jin había tomado su mano y se había lanzado a correr con el resto por el patio. Chayoung sintió una horrible incomodidad; tenía los pies húmedos, más que eso, mojados. Cada vez que pasaban por un charco, su pie se embarraba más, y las zapatillas blancas ahora se habían teñido de una horrible mezcla entre un color rojo oscuro de la sangre seca impregnada y el marrón de la tierra mojada.

yesterday, estamos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora