ix. I-sak

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Musicalización del capítulo:
Hey jude, The Beatles

Nadie pudo prever todo lo que sucedería a continuación. Unos momentos antes habían visto a Min-ji morir. Había sido una de las cosas más horribles y tristes de presenciar, sin embargo, no lograron darse el momento de llorar por ella, porque la espeluznante realidad los obligó a dejar a la zombie atrás y correr por sus vidas a través de los pasillos de la escuela.

– No, – alzó la voz I-sak, limpiándose la nariz – no me mordieron. En serio.

Chayoung observó los rastros sangre que aún quedaban bajo su nariz, sin embargo, no encontró el valor suficiente para asegurar lo que ocurriría después en voz alta. Bajó de la mesa, camino algunos pasos hacía adelante, y con tanta cautela como pudo encontrar, preguntó intentando cerciorarse de aquello:

– ¿Te mordieron?

– De verdad no – con inquietud dirigió sus palabras a todos los demás, que la miraban atentamente.

Fue un golpe duro para todos ver las gotas de sangre correr bajo la nariz de I-sak y manchar sus labios. Sin embargo, nadie se movió, ni reaccionó; era un sentimiento espeluznante el cual los dominaba, y los paralizó en sus lugares.

– Chayoung, yo no... no soy un zombie – aseguró, casi rogando que le creyera e instantáneamente se acercó a ella, pero retrocedió cuando Cheong-san jaló a Chayoung y de un tirón la escondió detrás suyo, indicándole a I-sak que no se acercara.

– La mordieron – murmuró Wu-jin, golpeando a Dae-su, quien bostezaba cansado tras darse una buena siesta.

– ¿Qué pasa? – confusa por los murmullos en el aula, Na-yeon se levantó de su sueño y observó a I-sak, notando lo mismo que el resto; la sangre que caía por su nariz. Alterada se levantó de su asiento y preguntó: – ¿Te mordieron?

– ¡No! – gritó, con una desesperación que se retorcía desde la garganta. Avanzó hasta un espejo en el salón; estaba más palida, y una nube de sangre tiñó sus pupilas de rojo.

– Oye. Estás bien, ¿verdad? – Gyeong-su, intentando mantener la calma ante la situación que se avecinaba, se acercó a ella, rogando que solo fuese una falsa alarma.

I-sak volteó a verlos. Tenía impresa la expresión de horror en el rostro. En sus ojos podía distinguirse un miedo tan profundo y espeluznante digno de una película de terror, que los hizo jadear a todos.

– On-jo – la llamó I-sak en un murmullo débil, girando a verla.

– I-sak – contestó On-jo, con las palabras atoradas en la garganta.

Avanzó hacia I-sak y tomó sus manos heladas intentando pasarle su calor, con el inocente deseo de lograr salvarla con aquella simple acción.

– No ¿verdad? – preguntó I-sak temblorosa – No soy como ellos, ¿no? – rogó saber.

On-jo no pudo mentirle. La estrechó en un abrazo débil, como si no quisiera separarse nunca de ella, sin embargo, I-sak la alejó.

– No – negó, intentando formar una sonrisa – No soy una de ellos – pase a su deseo de convencerse a si misma, nada funcionaba. Tanto ella como todos los demás eran conscientes de que pronto sería una más de los zombies. On-jo la rodeó con sus brazos formando un intimo abrazo, conteniéndola.

El cerebro humano siempre ha sido algo complejo, y ante situaciones de estrés, miedo, o tristeza altera la producción de neurotransmisores. En su caso, el miedo es una alarma dentro de nuestro cerebro, la cual permanece inactiva hasta que el más mínimo estímulo amenazante logra entenderla, tal como un interruptor de luz. Se trata de un respuesta útil ante el peligro, que actúa como mecanismo de supervivencia y defensa, y desata una serie de respuestas ante las adversas situaciones que se presenten. Surge como una emoción desde el subcontinente, y enseguida, en el momento que se racionaliza, se convierte en un sentimiento. Chayoung tenía miedo. Temía por ellos. La tierra temblaba bajo sus pies, y una sensación desagradable similar a un pinchazo dentro suyo se había hecho presente. Una enorme lágrima bajó por desde su ojo y recorrió su rostro hasta la barbilla, y después otra más gruesa, otra y otra más.

yesterday, estamos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora