xxiii. A casa

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Musicalización del capítulo:
Hey You, Pink Floyd

Tercer día desde la infección.

Sintió que alguien la zarandeaba, y abrió los ojos con dificultad, bostezando en el proceso. Frente a ella, iluminada por un rallito de luz de la luna que entraba por la única ventanita del almacén, Nam-ra.

– Espera, veo todo negro, me levanté muy rápido – balbuceó Chayoung.

– Vas a despertarte con dolor de cuello – logró entender que le decía, y asintió, cabezeando.

Bajó de la madera, y se sentó en el piso, con la espalda apoyada contra la pared, cerca de la puerta. Los zombies se oían lejos ahora, pisadas lentas, como si se aburrieran. Rió amargamente por su pensamiento, y bostezo por última vez antes de dormirse.

– Hola – saludó Chayoung a la amiga de Ha-ri, y tomó asiendo a su lado.

La chica, que tenía un carácter peculiar, se volteó a verla, y meneó la cabeza.

– Hey – respondió.

– Soy Chayoung.

– Mi-jin.

– Lamento lo de... tu amigo.

Mi-jin asintió sin decir nada y mirando fijamente a un punto indistinguible del piso. Nam-ra volteó bruscamente la cabeza, y se levantó preocupada. Miraba por la ventanita de la alacena, por donde entraba la luz. Aquello no paso desapercibido por nadie.

– ¿Qué pasa? – le preguntó Suhyeok a Nam-ra – ¿Ves algo?

– El olor es más fuerte – respondió Nam-ra.

Dae-su se olió un par de veces para verificar que no fuese su culpa, y cuando sintió que el olor no era tan (¡taaan!) fuerte como para que los molestara dijo:

– Yo no huelo nada.

– Creo que vienen todos hacía aquí. El olor es muy fuerte.

– Estamos atrapados. No hay forma de salir – soltó Joon-yeong de repente.

– No digas eso – le pidió Hyo-riuk.

– Pero es la verdad. No hay manera – insistió Joon-yeong.

– Como sea – intervino Dae-su –. Que nos maten si quieren.

Hubo un corto silencio. Chayoung jugaba con sus dedos; descubría formas raras que podía hacer, de doblarlos y moverlos.

– Ha-ri. ¿No te eliminaron en las preliminares, ¿verdad? – preguntó Wu-jin.

– No. Lo logré – respondió Ha-ri.

– Tenías un torneo. ¿Por qué viniste a la escuela? – cuestionó Wu-jin, fruncido el ceño.

– ¿Eres su hermano? – le preguntó Mi-jin.

– Sí. ¿Y?

– Obtuvo una puntuación perfecta, y entró al equipo nacional. Yo la vi – aseguró Mi-jin.

– Guau – se asombró Chayoung.

Mi-jin la miró por el rabillo del ojo con una sonrisa torcida y una mirada de diversión. No fue la única. Wu-jin tardó unos segundos en acaparar la información, y sonrió entusiasmado.

– ¿En serio? – preguntó con emoción Wu-jin.

– Sí, en serio.

– ¿Estás en el equipo nacional? ¿Mamá y papá saben?

– ¿Cómo podrían? Mira lo que está pasando. Saltó del autobús del equipo y vino corriendo a buscarte – le contó Mi-jin –. Oye, niño, pórtate bien con tu hermana. Y conmigo también.

yesterday, estamos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora