xi. ¡Sorpresa!

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La señorita Park releia una y otra vez la carta que el profesor Lee había escrito para ella; se rascaba nerviosamente la cabeza, se removía el pelo de un lado a otro y apretaba su frente nerviosa.

– Sí, ¡no es ningún juego! Estaban pasando la barricada, así que nos asustamos – finalizó Dae-su, que se había autonombrado el encargado de explicarle a Suhyeok todo lo ocurrido –. ¿Qué pasó afuera?

– Vi a la señorita Kim seguirme, así que tuve que pensar rápido. No sabía adónde ir... había una chica de tercer año infectada apunto de salir del aula de al lado, y el fulano del aula 7 venía corriendo atrás de mi... sin mencionar que la señorita Kim me vió mientras intentaba romper la puerta de una sala para entrar. En fin, cuando decidí que iba a derribar a uno, solo podía pensar en lo grandes que eran. Mientras no me mordieran, solo tenía que derribar a uno de ellos... como no tenía que ir por la puerta trasera, no me iba a encontrar con la chica de tercer año... y hubiera sido difícil lidiar con el grandote del pasillo. Cualquiera notaría que la señorita Kim es la más pequeña y fácil de derribar, por eso corrí hacía ella. Como era de imaginar cayó fácilmente, el problema fue que se levantó demaciado rápido... así que apenas se cayó, abrí la puerta del aula de Artes. Tuve que esconderme detrás del escritor, porque adentro había como tres zombies. Me quedé escondido hasta que sonó la música, y como los zombies seguían despistados un tiempo después pude correr a la ventana. Si me hubiera demorado un poco más, me hubiese convertido en uno de ellos. Tuve mucha suerte – Suhyeok suspiró, y retomó aire antes de seguir –. Si están atacando a la gente así, no creo que queden muchos estudiantes vivos en la escuela.

Todos suspiraron desganados, y por inercia un par del salón se voltearon para ver por la ventana. On-jo subió una de sus manos hasta el marco de la ventana y la apoyó con cuidado, observando a lo lejos la cancha dr la escuela, y enseguida sintió la mano de Cheong-san apoyarse, casi pidiendo permiso, sobre la suya. Tras haberse quedado viendo como tres zombies devoraban a un estudiante que desesperadamente intentaba sacarlos de encima, On-jo llevó la mirada hasta su mano, y la volteo, tomando la de Cheong-san. Él, con un rubor prófugo apoderándose de su rostro, y una chispa de alegría que no pensó que podría hallar en aquella tétrica situación, sonrió. Incluso si era como su mejor amigo de la infancia, se alegraba enormemente de poder hacer sentir mejor a On-jo.

– Aquí deberíamos estar a salvo. La puerta es más fuertes que la de las aulas normales, y somos varios... – intentó alentarlos Chayoung.

– Aquí en la escuela es peligroso, pero también hay infectados que siguieron a algunos chicos a la ciudad... es lo que más me preocupa – dijo Suhyeok.

– Quieres decir... ¿qué podría ser más peligroso que nos fueramos? – preguntó On-jo.

– Que bueno que nos quedamos aquí, ¿no? – dijo Hyo-riuk.

– Si la infección se propagó en la ciudad, puede que estemos aquí unos días... hasta semanas – comentó On-jo.

– Deberíamos considerar las posibilidades de que estaremos atrapados aquí por un tiempo – dijo Nam-ra.

– El problema es conseguir algo para comer – dijo Ji-min.

– Si llegara a llover, deberíamos recolectar agua, por si acaso – opinó Chayoung.

– Esperen, esto funciona, ¿no? – preguntó sorpresivamente Joon-yeong, despegando la espalda de la silla y observando la computadora de mesa sobre la mesa –. Chicos, Internet – declaró, saltando con un pie hasta la computadora –. Disculpe.

– Sí – dijo la profesora Park, y se hizo a un lado.

– Siéntate – dijo Dae-su, alcanzandole una silla.

yesterday, estamos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora