xvi. El dron

639 63 14
                                    

Musicalización del capítulo:
Surf Curse, Freaks

Segundo día después de la infección.

– En algunos países, se ponen más tristes si muere un adultos y no un niño. Y en otros se ponen más tristes si muere un niño. ¿Cómo creen que es en nuestro país?

– ¿Qué quieres decir? – preguntó Dae-su.

– Cuando mueren niños, pierdes la esperanza. Cuando los adultos mueren, pierdes la sabiduría – opinó Joon-yeong –. ¿Qué valoramos más?

– ¿Qué? – preguntó Dae-su, aún confundido.

En la ciudad, al rededor de los edificios que permanecían con las cortinas cerradas y las luces apagadas, no se oía más que el ruido lejano de los helicópteros volando sobre los techos.

– Están volando desde ayer. Si quisieran salvarnos, ya lo habrían hecho. Pero, aunque vengan, no nos rescatarán primero a nosotros. No somos tan importantes. Solo somos estudiantes. Nada más – dijo Nam-ra.

Chayoung intentó decir algunas palabras, y removió los labios inquietos, pero solo consiguió exhalar un suspiro angustioso. Anduvo hasta una de las sillas giratorias frente a la mesa y se tumbó sobre ella, apoyando los brazos sobre la mesa y aprovechó para descansar un ratito más en el tiempo que aguardaban a que Cheong-san y Suhyeok regresaran.

– ¡Suhyeok! – exclamó Joon-yeong.

Chayoung se despertó por el ajetreo, se restregó los ojos y se tapó la boca para bostezar.

– Dessu – dijo Dae-su, ofreciéndole un brazo para ayudarlo a entrar.

– ¿Estás bien? – le preguntó Chayoung adelantándose hasta la ventana, sin embargo, Suhyeok pasó de largo, sin mirar a nadie.

Bostezo sin tomarle tanta importancia a aquello, pero un terrible sabor amargo llegó hasta su garganta cuando al asomarse por la ventana no vió rastro alguno de Cheong-san.

– ¿Y el teléfono? – dijo Hyo-riuk.

– ¿Y Cheong-san? – preguntó On-jo, y enseguida todas las demás preguntas que habían hecho pasaron a un segundo plano.

Hubo un silencio incómodo por parte de Suhyeok, que permaneció tenso y sin mirar a nadie, de espaldas a Chayoung, que había volteado a verlo desde la ventana, esperando una respuesta. On-jo jadeó nerviosa, y se dirigió hasta la ventana, asomándose y mirando de un lado a otro repetidas veces con preocupación.

– Suhyeok – dijo On-jo con la voz temblorosa, y volteó a verlo –. ¿Dónde está Cheong-san?

– Nos separamos en la sala de profesores. Estará bien – aseguró Suhyeok.

– ¿Cheong-san no viene? – exclamó Dae-su con medio cuerpo asomado por la ventana – Maldición.

– Lamento... haber vuelto solo – murmuró Suhyeok, con temor y un enojo consigo mismo que cada vez crecía más.

– On-jo... – dijo Chayoung en un susurró que apenas logró salir de sus labios, y enredo ambos brazos alrededor de On-jo, quien permaneció petrificada durante unos segundos, llorando, y momentos después correspondió el abrazo – ¿Confías en él, verdad?

– Sí...

– Entonces confía en su palabra. Él te prometió que volvería.

En vano buscó arriba, abajo, a la izquierda y a la derecha, porque Cheong-san no apareció por ningún sitio, y Suhyeok ya les había dicho que él no había salido de nuevo hacía la sala de transmisión con él. Se alejó de la ventana, y apoyó la espalda sobre el vidrio de la sala de grabación, cruzándose de brazos.

yesterday, estamos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora