xxv. Hyosan

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Musicalización del capítulo:
No Time To Die, Billie Eilish

Cuarto día de la infección.

Un manto de estrellas cubrió el cielo, y las chicharras intentaron animarlos con su canto durante toda la noche; fría y triste. Tristeza, amigos, sangre. Eso se le venía a la cabeza a Chayoung. El humo comenzaba a esparcirse por el aire, y desde el bosque se veían las llamas del fuego quemándolo todo.

Dae-su chilló de dolor cuando intentó moverse. Un caño del edificio en construcción le había rozado la pierna cuando estalló la explotación el día anterior.

– Quédate quieto – le reprochó Wu-jin.

– Dae-su no veo otra solución – murmuró Chayoung, y volteó a verlo. Dae-su sintió que poco a poco su respiración se iba disminuyendo por la tensión del silencio –. Tendremos que amputarla.

Dae-su se cubrió la pierna, pálido de horror, y no se calmó hasta que las risas de Chayoung y Wu-jin no podían distinguirse unas de otras, y comenzó a reprocharles.

– ¡Son dos hijos de puta! – exclamó Dae-su.

– ¡Yo no hice nada! – se defendió Wu-jin.

– ¿Por qué le sigues la broma? – se quejó Dae-su – Casi me meo del susto.

– No sabía que Chayoung iba a decir eso.

– Seguro que sí. ¿Lo acordaron anoche, no?

– Ya, ya. Lo siento, Dae-su – se disculpó Chayoung, aún riendo.

– Aparte, ¿cómo íbamos a cortarte la pierna? Ni siquiera tenemos una tijera – señaló Wu-jin.

– Yo que sé. Es que lo dijo tan seria que me lo creí.

De pronto Chayoung detuvo sus risas, y los chicos voltearon a verla, y sus sonrisas también fueron desapareciendo poco a poco. Siguieron su mirada hasta On-jo, que se alejaba por el bosque de nuevo al edificio de construcción, y entonces voltearon a verla a ella, que se había parado, y comenzó a irse con ella, apurando sus pasos cada vez más hasta correr al lado de On-jo.

– Yo iré con ellas – le dijo Nam-ra a Suhyeok.

– Vamos juntos – rectificó Suhyeok.

– Yo también voy – intentó levantarse Dae-su, pero la herida de su pierna no se lo permitió, y cayó de vuelta al piso, y soltó un quejido de dolor.

– No, te lastimaste la pierna – negó Wu-jin.

– Wu-jin, cuida a Dae-su – le pidió Suhyeok.

El edificio estaba en ruinas. El fuego ya se había apagado, y ahora solo quedaban los restos de ceniza que el viento no conseguía mover. On-jo y Chayoung subieron al segundo piso. Hubo un silencio infernal que devoró el edificio, y vieron los restos de algunos zombies hechos cenizas.

– Cheong-san – lo llamó On-jo –. ¡Cheong-san! – exclamó, y comenzó a sollozar.

– ¡Cheong-san! – gritó Chayoung, y se metió en las habitaciones, buscándolo – ¿Nam-ra no dijo que podiamos escondernos en baños? ¿Tendrán alguno aquí?

yesterday, estamos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora