cincuenta y tres.

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El perfume lascivo en la habitación lleno los sentidos de Felix

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El perfume lascivo en la habitación lleno los sentidos de Felix. Las paredes a su alrededor parecían encerrar con recelo los sonidos de su boca. Su cuerpo estaba caliente, casi hirviendo.

El camisón—puesto en un breve y rápido momento de descanso—apenas cubría su cuerpo desnudo, su plano pecho rozaba con la tela azul arrugada, causando más fervor en su amatividad ya desbordada. Sosteniéndose de los hombros de Chan pudo ser brevemente consiente del sudor en su piel.

¿Cómo evitarlo? Su cabello estaba húmedo y sus rizos estaban despeinados y pegados a su perlada frente.

Chan rodea con sus brazos su cintura mientras se empuja con deleite en el interior de Felix. Las manos del alfa en su espalda hacían que su piel se erizara con cada toque posesivo del gama. Felix aprieta sus muslos mientras Chan vuelve a empezar un vaivén rápido y feroz.

—¡Uh!—jadea cansado cuando las manos grandes de Chan se deslizan a la curvatura de su trasero, imponiendo así el ritmo en el que quería que Felix se desenvolviera sobre él.

La cama estaba desnuda, las sábanas y colchas yacían en el piso de la habitación de Chan.

Era de mañana, y el frío del invierno en Turquía era apenas perceptible en el calor de sus cuerpos juntos.

—Felix... —Chan gruñe en su pecho, su miembro tenía un fácil acceso gracias a la lubricación que su semilla previa le ha permitido.

La voz de Felix estaba ronca, cansada.

Pero Chan siempre lograba la forma de hacerla sonar.

Las embestidas no tardaron en llegar a su máximo punto, habían dejado la amabilidad en sus caricias y toques en el auto a la orilla del Marmara. Los violentos empujones hacía que la cadera de Felix doliera más y el sonido del choque de sus cuerpos aumentó con cada jadeo que salía de sus bocas.

Las uñas de Felix se entierran en el cabello negro y despeinado de Chan cuando siente otro orgasmo seco viniendo. El alfa retrocede y lo besa con rudeza cuando su semen se expande por una vez más en el interior de Felix.

Chan sale renuente de él después de un segundo.

Sabía que el castaño no podía soportar otro de sus nudos, no si no estaba en celo.

Sus manos se envolvieron en un abrazo automático. El olor de su esencia natural, el sudor y el sexo eran ajenos para su olfato mientras recuperaban la respiración.

Chan pegó su oído al pecho de Felix, donde su corazón recuperaba su compás normal.

—Kalp atışlarınız[Tus latidos] —murmura bajo. Felix abre los ojos con pesadez y fatiga, apenas capas de oír a Chan. Si no fuera por la cercanía entre ellos habría tenido que acercarse más para escucharlo.

—Ne var?[¿Qué tienen?] —su garganta dolía, pero el tono dulce era perceptible en su voz tenue. Sus dedos se deslizaban pacientemente en caricias involuntarias para peinar el cabello de Chan.

mafia roja › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora