siete.

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La transparencia de la tela preocupaba seriamente a Felix, para él, la vestimenta era innecesariamente

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La transparencia de la tela preocupaba seriamente a Felix, para él, la vestimenta era innecesariamente... llamativa. A pesar de todo esto, no estaba acostumbrado a usar ropas tan frescas y su incomodidad incrementó al verse en el espejo.

La textura le hacía saber que eran telas ostentosamente caras y Felix no era ciego para ver la belleza en ellas. Acentuaban con prominencia sus caderas y la estrechez de su cintura, partes de su cuerpo como omega que jamás habían relucido hasta ese día. Los zafiros opacos que adornaban sus tobillos y muñecas acentuaban sus ojos grises y el omega sabía muy bien que no le habían puesto ningún collar para mostrar deliberadamente la reciente mordida en su cuello. El toque de las mujeres en su persona no era tan incomodo como un principio y de cierta forma se había acostumbrado a ello; puesto que, después de que le mostraran su enorme cuarto de baño y lo limpiarán con aceites dulces en la piscina—como había dicho Felix cuando ellas se refirieron al enorme espacio como una tina cualquiera— el omega había dejado su pena atrás cuando lo vieron en tan precaria situación. Después de todo eran omegas como él, cosa que agradeció silenciosamente al alfa por elegir acompañantes con su segundo género común.

—Se ve hermoso, hürrem. El señor y la señora Hasmet estarán complacidos cuando lo vean —le dijo Edith mientras arreglaba su cabello.

—Ah, mis preocupaciones entonces son por nada —contesta sarcásticamente Felix, si las mujeres notaron el tono en su voz, no dieron señales de ello.

—Apuesto a que HongJoong estará terriblemente celoso —susurra divertida Kenia cuando añadía más joyas en los tobillos de Felix.

—¡Kenia!—regañó silenciosamente Elit. Felix no pudo hacer a un lado su curiosidad.

—¿Quién es HongJoong?—pregunta el omega cuando se dio cuenta de la mirada que compartieron las tres mujeres. El ambiente se volvió extrañamente pesado y el omega pudo percatar un olor agrio en las feromonas de las omegas. Con un suspiro Edith contesto.

—Es el nieto de Berat, hürrem —Felix dio un sonido de reconocimiento al recordar al hombre amable.

—¿Y por que estaría celoso? No nos conocemos —cuestionó extrañado Felix. Las omegas vacilaron en contestar y se quedaron calladas.

—Por nada, hürrem —respondió por fin Kenia. Felix decidió dejarlo ir, realmente no era de su incumbencia la vida de los empleados ahí. Las mujeres siguieron preparándolo en un silencio incómodo.

 Las mujeres siguieron preparándolo en un silencio incómodo

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mafia roja › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora