veintinueve.

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—¿Estás haciendo un nido?

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—¿Estás haciendo un nido?

Felix escucha las palabras del hombre frente a él, pero no logra registrarlas correctamente. El término no común en su diccionario lo hace sentir confundido. ¿Un nido?, era absurdo.

Excepto que no lo era tanto.

Rodeado de las sábanas, camisas, sacos e incluso ropa íntima del alfa frente a él... todo apuntaba a un nido, hecho por nada más ni nada menos que él.

Cuando Chan da un paso más y se acerca, Felix se tensa, escuchando un gruñido en advertencia viniendo desde su propio pecho. El alfa se detiene inmediatamente, y el castaño abre los ojos en sorpresa.

—Lo siento, yo... —Felix intenta encontrar las palabras correctas, algo realmente difícil considerando que le acaba de gruñir al hombre frente a él. Sintiendo a su omega en flor de piel se esfuerza en dar respuesta a su comportamiento.

Se sentía nervioso y protector, era su nido. Lo había construido con sus manos y aunque no requiriera un esfuerzo grande, era especial para él. Sintiéndose en medio de la razón y su lobo, tiene la sensación de un ataque de pánico apunto de inundarlo. Todo eso era demasiado y nuevo para el de ojos grises, estaba asustado.

De repente, el olor atrayente del alfa lo envuelve por completo, mucho más fuerte que antes. Alza la cabeza y se encuentra con las obsidianas del alfa, más brillantes que nunca en la oscuridad del cuarto.

Chan suelta una gama de sonidos lentos y bajos. A pesar de la extrañeza en la cabeza de Felix se escuchaba realmente atrayente; no eran ronroneos, este sonido era único en alfas, demasiado sensuales a odios de omegas. Era una respuesta, una petición a dejar que entrara a su nido.

Felix respira lentamente y observa todo movimiento del gama, considerando si el alfa era merecedor de estar en su nido.

Era un acción muy íntima, la situación era una escena de apareamiento.

Cuando Chan extiende su mano, con su cercanía latente, el omega de Felix lo reconoce, era su alfa.

El alfa no ve reticencia a su acercamiento, por lo que ve aceptación a su toque. Toca con delicadeza la mejilla del omega, ahuecando su rostro de manera lenta.

El castaño toma su mano y se recarga ante el toque, oliendo la piel de la palma y ronroneando ante la sensación placentera recorriéndolo.

Manteniendo su mirada en el alfa translada sus movimientos a su boca. Chan respira profundo cuando Felix empieza a besar sus dedos, uno a uno, tomándose el tiempo necesario.

Cuando huele en el aire el dulce en el omega, cercano a sus muslos, sabe que ninguna medicina podría hacer efecto contra su poco control.

—Felix —murmura bajo, una advertencia silenciosa.

El omega alza la cabeza, temblando cuando siente su entrada empezando a humedecerse. Hay una esencia aparte del olor natural de Chan, más picoso y fuerte.

mafia roja › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora