cincuenta y cinco.

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La humedad de la llovizna del día anterior empañaba las ventanas y los reflejantes que daban al exterior

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La humedad de la llovizna del día anterior empañaba las ventanas y los reflejantes que daban al exterior. En una mañana tan fría no había el sonido común de los pájaros o el ajetreo común de las mañanas en el palacete. Los estragos del pánico y desesperación el ambiente casi imposibilitan el rezo de las mañanas por los sucesos recientes en la noche, pero las súplicas a Alá por la salud de su hürrem fueron imperativas para todos los trabajadores de la casa.

Más aún cuando los gritos del omega seguían presentes entre las brechas de sus recuerdos.

Felix, especialmente, no podía dejar de rezar en su mente.

Su cabello estaba despeinado y seco, las ojeras en su rostro estaban tan moradas que le hacían parecer enfermo. Si pasaba la mano por su cara podría sentir el resto de las lágrimas secas que exprimieron sus ojos hasta que no quedara más que un rojizo enfermizo.

Incluso seguía usando la misma ropa de ayer, la molestia por una limpieza personal no estaba en el rango importe de sus preocupaciones actuales.

Había personas alrededor que iban y venían; veterinarios de todas partes del país, los mejores a palabras de Chan. Había mandado jets y transporte exclusivo para traerlos lo más pronto posible. Un llamado de Los Hasmet siempre era algo importante que atender.

Al igual que él, habían estado cuidando a Jabir toda la noche, tratando de mantener el hilo delgado de vida. Las posibilidades ya iban en números bajos.

Felix observa alrededor sin levantar el rostro de la cama donde estaba Jabir, sus ojos ardían reclamando horas de sueño, pero sabía que su corazón no podría estar en paz si intentaba cerrar los ojos. No en un espacio tan grande y ruidoso.

Una de las mejores habitaciones del palacete se había vuelto prácticamente un lugar de estudio y cuidado, con máquinas de una tecnología que el omega jamás había visto. Pero estaba agradecido, de otra forma Jabir ya estaría muerto, si no fuera por todo esto.

—Hürrem —hay un toque en su hombro, Felix no tiene que girar para saber quien es, no cuando había captado el olor de las feromonas conocidas a su lado desde hace unas horas—. Hürrem, debe descansar, todos están preocupados por usted.

Felix no le responde a SeungMin, su mirada permanece en la respiración ligera y alarmantemente lenta del tigre frente a él.

Cuando SeungMin quiere seguir convenciéndolo, Felix habla.

—Él es el único hijo que jamás podré llegar a tener.

SeungMin aparta los ojos con una expresión dolida. Este tema seguía siendo sensible para todos.

—Cuando llegue aquí, en un lugar tan grande e imponente, no podía pensar en nada más que el miedo que todo esto me causaba —Felix siente su voz temblar, su pecho duele mucho— Fue lo mismo cuando lo conocí. Tuve el ignorante y común pensamiento cuando lo vi frente a mi...una bestia, un animal muy grande y bravío— el omega extiende una mano, la cual tiembla cuando toca el pelaje de Jabir— . A pesar del miedo que seguramente capataba en mi, seguía viniendo a mi lado. Él era el único que en ese entonces no me veía como el hürrem de aquí, solo era Felix, y él estaba bien con eso.

mafia roja › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora