No eres una mala persona.

554 70 40
                                    

-¡Oye! ¿Qué paso? -exclamaron abajo.

-¡Apagón! -gritó alguien en la otra esquina-. ¡Apagón!

-¡Vino el apagón! ¡Ay, Dios!

Las personas comenzaron a prender las lámparas de sus celulares.

-¡Nos quedamos sin luz! -escucharon a Camilo gritar detrás de ellos.

Y ambos bajaron rápido, pero con cuidado, siendo guiados por el muchacho.

-Nos quedamos sin luz... -susurraba Julieta desde el pequeño puesto de comida, prendiendo una vela.

Camilo y Rubí salieron de la tienda y se dirigieron a la calle. Seguía haciendo calor, todos estaban nerviosos. Las farolas, fuera de servicio. Y con el temor de encontrar a gente saqueando en esos momentos. Tenían que iluminar a la comunidad. Había una bolsa con cohetes de botella. La gente se acercaba en montones a donde ellos se encontraban.

-¡Reúnanse! ¡Estos son gratis! ¡Tomen su munición y apúntense! -les decía Camilo.

Prendieron los fosforos y las llamas comenzaron a brillar.

-¡Atrás, atrás, atrás! -les advirtió Rubí.

Los cohetes salieron disparados hacia el cielo y lo llenaron de miles de brillantes colores, explotando con belleza, iluminando el cielo nocturno.

Pronto, la mayoría de la gente tomó unos fuegos artificiales, que podían llevar en las manos por un palito, y comenzaron a alumbrar a los demás. Y el ambiente se llenó de color azul, morado, rojo, en todas partes.

El mundo estaba hecho un caos. Un hermoso caos ilumidado por fuegos artificiales.

Tanto a Bruno como a Mariano se les cruzó la idea de que la señora Reanata estuviera asustada, sola y preocupada.

-Yo iré a verla -decidió Bruno, saliendo de la tienda.

-¡Aguarda! -el joven Guzmán lo tomó de la mano-. Puede ser peligroso... las calles del barrio dónde vivimos están lejos de aquí, las luces de los fuegos artificiales no podrán ayudarte lo suficiente...

¿Y si le ocurría algo? ¿Qué tal si se encontraba con la gente equivocada en un momento como ese? ¿Y qué tal si...?

Mariano sintió la cálida mano de Bruno, acariciando su mejilla, con cariño. La caricia fue seguida por un suave beso.

-Voy a estar bien -le susurró, con una dulce sonrisa-. Tú debes de quedarte aquí. Hay muchas personas que necesitan tu ayuda...

El joven Guzmán se había quedado sin palabras ante esos ojos brillantes y el porte decidido del hombre del cuál estaba perdidamente enamorado. Y ahora más que nunca.

Al final, accedió. Pero al soltar su mano, sintió que él se llevaba un poco de la luz consigo. Incluso entre toda la multitud, avanzaba con la frente en alto y el aura de valentía iluminando su alrededor.

La gente estaba asustada. Algunos no lograban llegar a sus casas y había ocurridoun accidente de tráfico no muy lejos de ahí. Una mujer embarazada estaba a punto de dar a luz. Algunos jovenes se montaron en sus bicicletas con ayuda de una lámpara y salieron disparados al hospital

La noche era larga y difícil. Pero las personas se apoyaban entre ellas, una a una. Mariano ayudó una anciana que casi se desmayaba por el calor y el susto del apagón. Encaminó a un par de niños a sus casas y, junto a Camilo y Pepa, siguieron alumbrando las calles y el cielo.

Bruno, por su parte, caminó toda la subida hacia la casa, repartiendo unos cuantos de los fuegos artificiales que había llevado consigo a personas que no contaban con un celular.

La esposa de Mariano Guzmán. (Mariano X Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora