El juramento de corazón.

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Bruno sintió temblar sus piernas. El miedo a que el joven Guzmán se enojara con él por haberlo seguido le nubló la mente.

Sin embargo, el joven parecía estar más preocupado que molesto.

-¿Qué estás haciendo aquí? -le preguntó, con voz dura, provocando que Bruno se encogiera cual ratón.

-Y-Yo.... -balbuceó, dando dos pasos hacia atrás.

-¿Estabas siguiéndome?

-N-No... Y-Yo... Yo solo vine a acompañar a la señora Guzmán al mercado y... te vi -sus ojos se clavaron en el suelo, para no ver el posible enfado en su esposo.

Pero nuevamente, se equivocó. La furia no fue lo que reflejaron sus ojos, fue el temor.

-¿Mi madre está aquí? -preguntó con un hilo de voz.

Bruno asintió, con rapidez.

-E-Está en el salón de belleza....

-¿Me ha visto?

-N-No...

El joven Guzmán soltó un suspiro, aliviado.

Bruno seguía sin enteder muy bien que era lo que estaba pasando, pero cierta parte de él se alegró de que no le estuvieran siendo infiel.

Habría sido un golpe del cuál jamás se hubiera recuperado. Tener que llegar, avergonzado, de regreso con su abuela, quién, de seguro, lo reprendería severamente por no haber podido conservar a su marido.

De repente, y poniendole los pelos de punta con un escalofrío, sintió cómo el joven Guzmán lo tomaba de la mano y se lo llevaba a otro lado.

-¿J-Joven Guzmán? -Bruno tuvo que seguirle el pasó para no caerse.

-Ella no debe de saber que estoy aquí -le dijo él. Y acto seguido, volteó a verlo-. Haremos esto: regresas al salón de belleza y finges que jamás me viste. No mencionaras nada de lo que pasó. ¿De acuerdo?

Lo soltó de la mano y comenzó a caminar en dirección contraria a donde le había indicado que fuera Bruno. Sin nada más que decir.

Bruno permaneció ahí parado, viendo como se iba. Y por un breve momento de valentía, su voz dejó de temblar al momento de preguntar:

-¿Por qué no me dices qué está pasando?

El joven Guzmán detuvo el paso. Pero no lo miró a los ojos.

-Porque tampoco es de tu incumbencia -respondió.

Por primera vez en tanto tiempo, Bruno experimentó varias sensaciones a la vez. Más allá del miedo, se sintió herido,porque el joven Guzmán no confiaba en él. Aunque, no había hecho nada para ganarse esa confianza... Molesto, más que nada consigo mismo, por ser tan cobarde y sumiso en esos momentos. Confundido, porque su corazón le dolió por razones que se escaparon de sus dedos.

Alzó la cabeza, decidido.

-Tal vez no sea de tu sangre. Tampoco nos conocemos bien -le dijo, con firmeza-. Pero soy tu esposo, y quiero ayudarte en todo lo que pueda. Por lo tanto, sí. Sí me incumbe.

El joven Guzmán volteó a verlo, con una expresión que Bruno no supo identificar sí estaba triste o si estaba juzgandolo.

Al final, terminó suspirando larga y pesadamente, mientras se masajeaba el puente de su nariz con las yemas de los dedos, cansado.

-Esta tarde llegaré un poco más temprano de lo usual -le avisó, apartando la mirada-. Entonces... te lo contaré todo.

-Prométemelo -replicó Bruno, al instante. No quería que después se negara a esquivar la verdad. Pero al ver que el joven Guzmán levantaba una ceja, añadió-. Si lo prometes, yo prometo no contarle nada a tu madre.

La esposa de Mariano Guzmán. (Mariano X Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora