7

671 87 173
                                    

—No, no me cambies de tema, que me parece muy fuerte que este tío esté tirándote fichas tan fuerte, y sin decir una sola palabra, y tú te quedes como pasmarote.

—¿Camisa oscura o con estrellas? —Vuelve a insistir.

Por un momento, Aitana parece prestarle la atención que demanda, entrecerrando los ojos. Frente a la cámara del móvil, Raoul se cambia de camisa, dejándolo frente a su cuerpo, para que pueda ver cómo le queda.

—La oscura me gusta —interviene Nerea, desde su cuadrito del móvil—. Te da un toque... misterioso.

—La de las estrellas también, y es divertida.

—¿Y qué queréis de mí? ¿Misterio o diversión? —Resopla, bastante frustrado.

—Queremos que folles. —Asiente la del flequillo, logrando que los ojos de los rubios se abran con fuerza.

—Aitana, me da a mí que no, ¿eh?

—¿Por qué tanto miedo? Tienes todo para salir esta noche y triunfar con el tío que te dé la gana.

—Tengo todo menos la seguridad en mí mismo, el don de la palabra y un sitio donde llevarme al chico de mis sueños.

—El chico de tus sueños podría estar al otro lado de la ventana —refunfuña Nerea—, pero decides elegir las ideas de Aitana antes que las mías.

—No la elijo a ella —explica, comenzando a quitarse la camiseta del pijama que lleva todo el sábado—. He elegido salir de fiesta por una vez. Seguramente vuelva a casa con las manos vacías, pero con una experiencia más bajo el brazo.

—A mí me da rabia que sea Agoney quien te cuide a los críos. —Aitana apoya los codos sobre la mesa en la que está el móvil, tapándola a ella—. Con lo fácil que sería que lo invitaras a salir de fiesta...

—Facilísimo. —Pone los ojos en blanco.

—Él te lo está poniendo en bandeja, rey, está claro que quería que le mandaras un mensaje, pero no precisamente para pedirle que cuide a tus hermanos esta noche. Para eso no te ha dado el número, te lo aseguro.

—No podéis esperar que me comporte como una persona capaz de socializar después de años sin hacerlo. No sé ni cómo nos hicimos amigos. —Hace una pausa, ya con la primera camisa puesta—. ¿Qué os parece?

Aitana pone una mueca.

—Tú siempre estás guapísimo, pero plantéate, mirándote al espejo, si estás follable.

—¡Y dale con eso! ¡Que no tengo ninguna intención de que pase nada esta noche! Solo voy a aprovechar que tengo un vecino más bueno que el pan y está dispuesto a cuidar de cuatro desastres mientras yo salgo de fiesta.

—A la próxima lo invitas y ya verás como pasa algo. Vamos, ese tiene más huevos que tú, que al menos te dio su móvil mientras tú te quedabas como pasmarote.

—Sí, lo invito a salir conmigo, y mis hermanos se quedan con el Espíritu Santo, Tati, que tienes unas cosas... —Bufa, y comienza a abrocharse la camisa. Le da igual lo que piensen, le gusta más esa.

—Todo son dificultades, chico.

—¿Y tú qué opinas, Nerea? ¿Nerea? —Arruga la frente al verla muy pendiente de algo detrás de él—. ¿Qué mosca te ha picado?

—Creo que has puesto el móvil en ángulo perfecto para poder ver yo cómo has tenido a tu vecino viendo tu espalda mientras te cambiabas. —Raoul pega un respingo—. Parecía muy interesado.

—¡No jodas! —La morena se inclina, buscando el hueco que deja el cuerpo paralizado de su amigo—. Pero ¿sigue estando?

—Creo que se ha ido.

El chico de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora