—¡Jaque mate! —Verónica da un golpe fuerte al dejar caer su reina.
Violeta alza una ceja antes de buscar los ojos de Agoney, tratando de saber qué decir. Al moreno le entra la risa.
—Vero, cariño —su voz es más dulce de lo habitual—, así no funciona el jaque mate.
La impoluta frente de la pequeña se arruga con fuerza. Vero escrudiña el tablero, antes de hacer un gesto de desdén.
—¡Bah! Ya no quiero jugar.
Y se aleja de ellos para ponerse junto a Javi, que lee en el sillón. Siempre orbita a su alrededor, a pesar de no participar, lo que indica que está cómodo. De todas formas, está en su mundo, por lo que tarda varios minutos en notar la intromisión de la más pequeña de la casa y alejarla con una patada suave. Mientras tanto, Agoney mueve la pieza negra que cree correcta.
De vuelta al lado blanco del tablero, Camila se acaricia la barbilla, imitando un gesto que reconoce como "para pensar". Sentada en las piernas de su hermana mayor, acaba decidiendo mover el único caballo que les queda. Agoney aprieta los labios para no sonreír. Estaría fuera de lugar hacerlo por ganar a una cría, eso seguro.
Tras sopesar todas sus opciones, mueve la reina, ahora sí, hasta un punto en el que sus contrincantes no pueden hacer nada.
—J-jaque m-mate. —Pestañea, como un niño bueno.
La boca de Camila se abre con fuerza, murmurando insultos que podría decir una niña de seis años. Violeta, que ya se lo había visto venir, le da la mano.
—Bastante bien jugado.
Esto llama la atención de la menor.
—¿¡Hemos ganado!? ¡HEMOS GANADOO! ¡TOMAAAA, YO LO SABÍA! Si es que soy la mejor.
—¿Qué dices? Si ha sido Ago, que te ha cambiado la pieza que has movido, habríamos ganado nosotras si no, ¿a que sí, Vi? —Camila se gira hacia su hermana.
La rubia se cruza de brazos, de repente mucho más interesada en la mierda de sus uñas. Esto enfurece a la gemela mayor.
» ¡Joer, si es que nunca nos hacéis caso!
—¡Oye! ¿Qué son esas palabrotas? —Frunce el ceño.
—Pues las que tú dices. —Le saca la lengua.
—No le hagas caso, se ha enfadado porque no ha ganado ella, ea, ea. —Vero le da una caricia en la cabeza. Se lleva un tortazo, que acaba en pelea de manotazos.
Agoney se incorpora, preparado para intervenir, con cierto susto en la mirada. Violeta lo detiene antes.
—¿N-no deberíamos...?
—Que va, se les pasará en nada. Ellas son así, y lo único que vas a conseguir metiéndote para separarlas es llevarte un arañazo tú. Te lo digo por experiencia.
Asiente despacio, procesando sus palabras. Aún les echa una mirada a las pequeñas antes de sentarse mejor, con la espalda contra la parte baja del sofá. La hermana mayor lo imita enseguida.
» Sé que parecen imposibles, pero es cuestión de cogerles el tranquillo. Las dos niñas y los dos niños se pelean cada poco tiempo y hay que saber cómo actuar con cada uno.
—M-me falta e-experiencia en t-talibanes —bromea.
Violeta suelta una carcajada y se sujeta el abdomen, dolorida por las risas.
—No te creas, los dominas bastante bien en general. Y ellas te adoran, lo que es un puntazo.
—Aún n-no entiendo p-por q-qué.
ESTÁS LEYENDO
El chico de la ventana
أدب الهواة3ºA Ante la permanente ausencia de unos padres que no consideran haber tenido la suficiente diversión en su juventud, Raoul vive junto a sus cinco hermanos y hace de padre, madre, estudiante universitario y, a ratos, amigo de todos. Pero estar rodea...