TW: Droga en bebida para... podéis imaginar :(
Aparecer con un champán infantil en la puerta del piso de Raoul no era la forma que tenía planeada de volver a verle después de su confesión de unas semanas atrás.
Si una cosa tenía clara era que necesitaba tiempo, pero también sabía que quería perdonarlo, aunque dudaba poder olvidar esa invasión de su privacidad, sobre todo con la confianza que había llegado a tener con el catalán. Cada vez que piensa en ello se le revuelve el estómago.
Eso sí, se ha prometido a sí mismo que no va a hacerle ascos, aunque sea por mantener las formas con el resto de su familia. Lo cierto es que los echa de menos, y desde el puente el único contacto ha sido Javi, que está montando un cohete de Stars Wars.
Por suerte para su maltratado corazón, el que abre la puerta es Javi, al que le brillan los ojos al descubrirlo allí.
—¡Que ha venido de verdad! —grita para que lo escuche todo el piso.
—Déjalo pasar, no lo retengas en la puerta, vamos —le devuelve el grito su madre, escondida tras el frigorífico.
Tras saludar a los padres y asentir, les anuncia que su madre llegará después de ducharse, pero que él ha preferido adelantarse. Aún no sabe muy bien por qué. Susana asiente ante el champán y se dispone a guardarlo en la nevera, pidiéndole que se ponga cómodo. Javi no le deja mucho tiempo para eso, pues lo acapara a preguntas y montones de información sobre el final de su proyecto, que acabó con muy buena nota. Ya ni se acuerda de que olvidó ir al día de padres por lo que estaba pasando con Raoul.
Mientras le cuenta que, para el siguiente trimestre, van a tener que visitar desguaces para encontrar piezas y reciclarlas para hacer un robot de verdad, la vista de Agoney se pasea por un salón que ya conoce a la perfección. A la izquierda está el baño y el pasillo, del que no distingue nada. A la derecha, la cocina, donde los padres de los Vázquez charlan mientras acaban de preparar los platos que van a poner en la mesa, ya abierta y puesta en el centro de la estancia, para dejar que diez personas puedan sentarse a su alrededor.
Esboza una mueca al no encontrar a ninguno de los otros niños. Otra cosa es lo de Raoul. Tiene la espalda dolorida solo por la tensión de volver a verlo. No sabe si es capaz de sobrevivir a su mirada sin echarse a temblar como un idiota, pero tampoco puede creerse que vayan a volver a verse tres semanas después de descubrir lo que hizo y que la última vez que hablaran solo se justificara, sin disculparse.
—El plan de mi profesor es dominar el mundo, así que conseguiremos colocar los robots malvados en todas las casas hasta tener el control de todo el país.
Agoney pestañea tras llegar a sus oídos ese retazo de información. ¿Cuánto tiempo ha estado sin prestar atención?
—¿Q-qué?
Javi suspira y lo entiende. Solo quería comprobar si lo escuchaba.
—Que no me prestas atención. ¿Te interesa lo que te estoy contando o estoy siendo un pesado? —Su tono de voz baja drásticamente en la segunda mitad de la pregunta.
—C-claro q-que me interesa, n-no seas t-tonto. —Le reprende, sintiendo la culpa en forma de pinchacitos en el estómago.
Vuelve a suspirar.
—Mi hermano aún se está vistiendo —informa, mirándose las uñas.
—Ah. —Alza las cejas y tamborilea con los dedos en sus propios muslos—. No m-me importaba.
—Por supuesto que te importa. —Le echa una mirada sarcástica, lamiéndose los labios—. Erais casi novios.
—T-tú lo d-dijiste, c-casi. —Le duele ese adverbio como puñales en el abdomen—. Ahora n-no somos n-nada.
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El chico de la ventana
Fanfiction3ºA Ante la permanente ausencia de unos padres que no consideran haber tenido la suficiente diversión en su juventud, Raoul vive junto a sus cinco hermanos y hace de padre, madre, estudiante universitario y, a ratos, amigo de todos. Pero estar rodea...