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—De acuerdo. Ahora debes hacerlo más rápido y con fuerza—asentí.

Jang Mi lanzó un puñetazo en dirección a mi rostro, y así como lo dijo el capitán, lo hice. Me moví a la izquierda y tomé su brazo, pasé por debajo de el y lo doblé hacia atrás, haciendo que su cuerpo se doblara a la altura de mi cadera, enredé las piernas en su cuello y giramos al caer, mientras hacía una llave con mis piernas.

—¡Me rindo, me rindo!—gritó golpeando el suelo.

—¿Te lastimé?—me acerqué a él y asintió con los ojos cerrados— Perdóname, de verdad lo siento. ¿Dónde te duele?—traté de tocar su brazo y se quejó —Ay no, no me digas que te lo disloqué—miré al capitán y él llamó al doctor de la sala.

—¡Mi brazo! ¡Por Dios duele!— se quejaba y yo estaba por llorar pues haberlo lastimado me apretaba el corazón, su hombro había tomado una forma rara y obviamente no estaba en su lugar.

—Por favor majestad, déjeme revisarlo— asentí y me acerqué del otro lado—Haré presión aquí—tocó entre el hombro y el brazo—¿Duele?—asintió—Vamos, tienes que sentarte—hizo una maniobra y rápidamente tiró de su brazo acomodándolo.
Jang Mi gritó y se desmayó por el dolor.

—¿Estará bien?—el doctor me miró y sonrió.

—No tiene de qué preocuparse majestad, él estará bien—algunos guardias lo levantaron y lo llevaron a la enfermería.

Miré al capitán Jo y se acercó a mí. Este era mi tercer mes en clases de defensa personal, había aprendido a utilizar armas de manera correcta y segura. Ahora mismo estaba en la parte física, aprendía rápido y se me hacía fácil practicar los ejercicios, pero a decir verdad, nada me aseguraba que todo saliera como yo quisiera si alguien me atacaba.

—Lo lastimé—me tallé la cara y me puse de pie—Me siento tan mal—respiré profundo para no llorar.

—Tranquila Katya, él sabe que no lo hiciste intencional. Además, es de los nuevos reclutas, creo que le diste la bienvenida al cuerpo de seguridad—lo vi sonreír apenas.

—No puedo creer que de todo el tiempo que pasamos juntos, solo haces chistes de las desgracias de otros—reí y acto seguido empecé a llorar.

Pobre Jang Mi, llegar con muchísima energía y ganas de ser el mejor se había visto detenido por mi. Eso solo significaba una cosa. Estaba consiguiéndolo.

—Por favor no llores, el doctor ha dicho que estará bien— lo escuché.

—De acuerdo, pero tengo que disculparme con él—asintió y salimos del gimnasio.

Después de esperar a que Jang Mi despertara, le pedí disculpas a moco tendido, me sentía horrible y su sonrisa fue lo que me hizo sentir mejor. Decía que había sido un honor el que su futura reina le dislocara el hombro.

Los últimos tres meses habían sido una total locura, tenía trabajo en la academia, estaba por terminar las clases en el palacio y ahora me dedicaba a aprender cómo defenderme.
Gon había pasado días yendo de estado en estado para hacer un recuento de las necesidades más importantes que tenía su pueblo. Tiempo de sobra, no tenía, solo lo indispensable para las clases.

En un par de días sería mi cumpleaños, me sentía cansada, mis síntomas premenstruales hacían acto de presencia y no podía sentirme más miserable aún. Había escuchado que solo podías salir tres años del país porque llegaba un punto en donde se añoraba el hogar, la comida, la familia e incluso el clima. Y ahora mismo lo confirmaba, casi a punto de cumplir dos años en el reino de Corea y la melancolía me hacía mella con mi estado actual.

THE QUEEN -A NEW MONARCH- LEE MINHO (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora