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—Me alegro mucho de que su majestad esté mucho mejor—el príncipe Buyeong sonrió.

—La bala no tocó nada importante, solo entró y salió. El chaleco le ayudó demasiado, de no ser por el, podríamos estarnos lamentando. Ahora todo eso es solo una pequeña cicatriz y un moratón en proceso de desaparición—nos detuvimos frente al estanque.

—Lo único que no me deja tranquilo es el traidor, ¿Se sabe algo de él?—negué.

—Le han perdido la pista, no sabemos nada de él hasta ahora—solté un suspiro.

—Lamento tanto que los haga pasar tan terribles calamidades—bajó la mirada.

—No tiene que disculparse en su nombre. Nosotros nos somos responsables de las acciones de otras personas, por favor no se mortifique con esos pensamientos—tomé su mano.

—Ustedes estarían casados ya—sonrió.

—Probablemente—reí.

—Todos los que apreciamos a su majestad estaremos agradecidos con usted por protegerlo y quererlo así como lo hace—palmeó mi mano.

—Lo que hace la mano derecha, no debe de saberlo la izquierda—continuamos caminando hasta regresar a su casa.

Me despedí del príncipe Buyeong y regresé al palacio.
Habían pasado dos días después de que Gon salió del hospital, caminaba con normalidad y la herida había comenzado a cicatrizar de manera correcta y solo era cuestión de tiempo para que el color de su pecho regresara a su normalidad. Regresó a sus actividades y yo también, aún seguíamos en búsqueda de información para encontrar al traidor, pero no era tan sencillo, pasaban días y no teníamos información nueva.

La ministra estaba arrestada y no tenía derecho a un abogado, pues la traición era algo que no perdonaban en el reino de Corea, y mucho menos si había conspirado con el mismísimo traidor de la corona real.
En el momento en el que ella me vio, gritó de rabia y coraje en mi contra. Como siempre lo hizo me llamó mestiza creyendo que me haría algún tipo de daño, alegó que yo no merecía estar en la vida de Gon y que lo que había hecho lo hacía por amor.
En un momento me sentí triste por ella, pero eso no justificaba en lo más mínimo la traición.

Por otro lado, el espía, que por cierto era una mujer, dio información sobre el traidor, dijo cosas que ya sabíamos, y solo me hacía pensar que todo lo que planeaba, lo hacía en total secreto, pues si contaba sus planes a alguien más, era porque estaba a punto de deshacerse de ellos o para usarlos como carnada, así como pasó con la ministra. Era inteligente, pero cometería un error en cualquier momento, y esa sería nuestra oportunidad.

Llegué al palacio y me encontré con Gon en los pasillos.

—Hola cielo, ¿Cómo te fue con mi tío?—preguntó mientras caminábamos.

—Hola amorcito, él se encuentra bien y está feliz de que ya estés de regreso en el palacio—crucé mi brazo con el suyo y me llevó al estudio.

—Me alegro—sonrió—¿Has comido ya?—asentí.

—¿Y tú? ¿Quieres que pida que te preparen algo..-

—¡Majestad!—la secretaria Mo entró al estudio y tan pronto nos vio, cayó al suelo de rodillas.

—¿Se encuentra bien?—me acerqué a ella y lo único que escuchaba era su llanto—Hábleme por favor, ¿Qué sucede?—me arrodillé frente a ella y sobé sus brazos.

—El príncipe... El príncipe Buyeong—cubrió su rostro y lloró aún más. Sentí frío y la piel se me erizó.

—¿Qué le ha pasado? ¿¡Está bien!?—negó. Levanté la vista para mirar a Gon y estaba estupefacto, ya sabía lo que se estaba imaginando.

THE QUEEN -A NEW MONARCH- LEE MINHO (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora