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—Meli se va a casar— la miré del otro lado de la pantalla.

—¿Melissandre?— asintió— ¡Qué emoción!— sonreí.

—Tienes que ir conmigo— me devolvió la sonrisa.

—Hablé muy poco con tu hermana, ¿No será atrevido que llegue como si la conociera de toda la vida?— reí.

—Tranquila, sé que no. La boda es dentro de dos semanas— mencionó.

—¿Hasta ahora te enteras o hasta ahora me lo cuentas?— sonrió nerviosa.

—Hasta ahora lo cuento, pero, tengo una justificación válida— asentí esperando— Mira que en mi defensa, han pasado muchas cosas, tu trabajo como directora, el problema con Jae y los malestares de Mimi — se encogió de hombros.

—Bueno, ya me antojaste. Pero no sé si sea correcto irme así como así, le doy clases a mi bebecito— ella soltó una carcajada. Y es que no podía decir su nombre en voz alta y a la ligera.

—Entiendo. La invitación también es para él y cuatro personas más. Sé que no puede salir sin guardias— asentí.

—Agradezco que lo consideres, me emociona la idea de ir a una boda, y más si es de tu hermanita— sonreí emocionada.

—Entonces habla con él porque me encantará tenerlos en casa— sonrió de vuelta—Además de que la fiesta será increíble, ¡Estarán Los del Sabor¹!— gritó aún más emocionada.

—Yo le entro a todo lo que apendeje, si van ellos, será la mejor boda— aseguré —Solo déjame hablar con él, estoy llegando al palacio. Más tarde te confirmo— me despedí.

—Está bien, nos vemos más tarde— sonrió.

—Bye— colgué la videollamada.

La puerta de la camioneta se abrió una vez que estuvimos frente a la entrada del palacio. Tomé mi bolso y bajé.
El capitán Jo se acercó a mi e hizo una reverencia, yo se la devolví y no me aguanté las ganas de preguntar.

—¿Me cruzaré con la ministra hoy?— su boca se curvó en una minúscula sonrisa.

—Se retiró hace una hora, no tiene de qué preocuparse— respondió y pude respirar.

—Gracias— sonreí. Me acompañó dentro del palacio y pude notar el roce que tenía con una joven. Llegamos a la puerta del estudio y la abrió para mi—Es bonita— me miró sin entender y después sonrió.

—Gracias— lo había entendido y pude notar por primera vez un pequeño cambio de color en su rostro.

Entré al estudio y él estaba sentado frente a la mesa que usamos para trabajar, una vez se percató de mi presencia. Ya había cambiado su ropa, ahora vestía solo de negro, pantalón, camisa y zapatos de vestir en ese color.

—Buenas tardes, majestad— hice una reverencia.

—Buenas tardes, doctora Ivanova— respondió con una sonrisa.

—¿Está preparado para un examen sorpresa?— coloqué mi bolso sobre la mesa.

—Podría decir que sí, pero prefiero que me salude como es debido— metió las manos a los bolsillos de su pantalón. Me acerqué a él y besé cortamente sus labios.

—¿Ya está listo para el examen?— sonrió.

—Por supuesto— asintió.

Nos sentamos y empezamos a trabajar. Le entregué el examen y después de veinte minutos me lo regresó. Empecé a calificarlo y fue 80% correcto.
Seguimos repasando y ejercitando el habla, tomaba apuntes e incluso le enseñé una que otra mala palabra para que no se sintiera perdido cuando las escuchara de alguien más, y vamos, las malas palabras son lo primero que deben conocer los extranjeros para que no los albureen.

THE QUEEN -A NEW MONARCH- LEE MINHO (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora