Estúpido Loco °KakaIru°

Capítulo 7

Kakashi esperaba a Anko mientras miraba a la gente pasar enfrente de él, se sentía algo nervioso ¿qué tal si el jefe de Anko no le hacía la entrevista? ¿Y si no se ganaba el trabajo? ¿Y si decía algo malo en la entrevista?

Con cada pregunta se ponía más y más nervioso, y más aún viendo que Anko no salía por la puerta a la que había entrado, se le había acabado el agua que Anko le había dado, sentía como su corazón latía cada vez más fuerte. Trataba de calmarse pero no lo conseguía, justo en el momento que sentía la necesidad de salir corriendo del lugar y olvidarse de lo del trabajo, escucho una puerta atrás de él, miró sobre su hombro y se dio cuenta que era Anko quien traía consigo lo que parecía ser su uniforme de trabajo, ya se sentía más tranquilo. Anko se acercó a la mesa y se sentó enfrente del él; se veía emocionada.

–Y bien ¿qué te dijeron? ¿Haré la entrevista?

–¡Sí! Que buena suerte tienes, Kakashi –Kakashi suspiro con alivio.

–Muchas gracias, Anko, ¿a dónde tengo que ir?

–Ven conmigo –se levantaron y comenzaron a caminar– ¿recuerdas todo lo que te dije en el auto?

–Sí.

–Muy bien, no te preocupes, muéstrate seguro de ti y todo estará bien, te lo prometo, no trates de impresionar mucho, solo di lo necesario y listo –se detuvieron enfrente de una puerta.

–Bien... Me siento algo nervioso.

–Descuida –Anko le abrió la puerta– yo confío en que lo harás bien.

–Gracias... –entró a la habitación.

Kakashi caminó hasta a dentro de la habitación en donde Anko lo hizo pasar y se sentó en una silla que estaba enfrente de un escritorio, del otro lado de este se encontraba un hombre que parecía ya mayor, de cabello blanco y de una estatura no muy prolongada.

–Ho-Hola...

–Hola, Kakashi ¿cierto?

–Oh, sí, sí, así es, señor...

–Hiruzen Sarutobi, un placer –el hombre extendió su mano.

–K-Kakashi Hatake, igualmente –repitió lo mismo que el hombre.

–Bien señor Hatake, ¿le parece si comenzamos con la entrevista?

–Sí, está bien...

°°°

Kakashi salió de la oficina del jefe de aquel restaurante y se encaminó hacia donde la gente se sentaba. Se sentó en una mesa esperando a Anko.

–¿Cómo te fue?

–No lo sé...

–¿Cómo qué no lo sabes?

–No me dijo si trabajaba aquí o no.

–Ah ¿eso? Eso es normal, ¿cómo viste al jefe?

–Pues, se notaba amable y tranquilo... Me trató bien y eso.

–Mhhh, puede ser que si tengas el trabajo, ¡genial!