Capítulo 3

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Capítulo 3

Las luces parpadeaban cambiando de colores, el bajo de la música resonando en sus oídos y el olor a alcohol inundando todo. Apenas recordaba como había llegado ahí y no sabía que estaba haciendo, se le había olvidado luego de la tercera pastilla azul, su mente volando tan alto como las mismísimas azoteas de un rascacielos.

Probablemente debería estar en casa, si, probablemente, pero ahora mismo está demasiado eufórico como verse en el mullido sillón de la esquina de su apartamento, es como si se hubiera tragado un par de niños revoltosos aunque en realidad se ha tragado un buen puñado de pastillas de metanfetamína.

¿Qué mejor que drogarse hasta el culo y no saber ni donde estas?, si, era el eufemismo del siglo pero se siente demasiado bien mientras su cabeza da tantas vueltas como si estuviera en una montaña rusa, ha estado a punto de caerse un par de veces pero el tipo que le restriega la polla dura en el culo lo mantiene de pie con su agarre castigador en sus caderas, ese hijo de puta lo sostiene demasiado fuerte mientras se restriega como perro en celo contra él pero Jimin está demasiado feliz como para que algo le moleste, en cambio se restriega más contra él de vuelta y siente al tipo gruñir fuerte en su cuello.

—Me encanta lo puta que eres—le susurra al oído, su voz era ronca y arrastrada, Jimin podría apostar que estaba tan o más drogado que él, puede que también con unas buenas copas de alcohol. Un manotazo cayó sobre el costado de su nalgada derecha con demasiada fuerza, asemejándose a un latigazo y sacándole un jadeo de dolor por la brutalidad—Venga, mueve ese culo para mi, perra—exigió el tipo, pegándose tanto a él como lo era humanamente posible, mientras una de sus manos se había deslizado hacia delante y lo tomaba por la unión del cuello y la mandíbula, afianzando un agarre firme ahí y sin dejar de mover sus caderas contra su trasero.

Jimin obedeció, restregando su retaguardia contra la dura erección del hombre, sintiendo como se estremecía detrás de él, respirando más y más agitado a medida que su orgasmo se acercaba a pasos apresurados. El tipo gimió con fuerza en el costado de su cuello, mientras se quedaba muy quieto y rígido; sintió los dientes hincarse en la piel de su cuello mientras la mano del tipo le apretaba tan fuerte la mandíbula que unas cuantas lágrima se deslizaron de sus ojos. Las sensaciones eran tan fuertes que sentía que su cabeza explotaría.

Cuento el tipo parecía recuperado lo soltó, le dió un nuevo azote en el culo y simplemente desapareció dejándolo tambaleante y perdido en la pista de baile mientras otros desconocidos bailaban como locos a la música electrónica.

Una oleada de asco lo inundó al sentir su camiseta húmeda y pegajosa en su espalda baja.

Parte de la corrida de ese hijo de puta había quedado sobre él.

Eso inevitablemente lo asqueó, haciéndolo sentir tan sucio, tan desamparado, se sentía usado y desechado, tan desechable, el efecto de la droga estaba pasando y cuando la euforia bajaba no era más el tipo que se restregaba con un desconocido o disfrutaba de una fiesta, no, lejos de eso, volvía a ser la mierda de persona que era y se sentí como tal, como una mierda, sin su cabeza volando demasiado lejos del mundo real todo el pasado volvía más fuerte que nunca, tan vívido.

Esos pensamientos habían vuelto, otra vez.

Y eran tan fuertes maldita sea, tanto que sus uñas se enterraron en la palma de sus manos mientras se sostenía la cabeza y cerraba los ojos y la ansiedad lo hacia jugar con los aros en si labio inferior, estaba en una jodida fiesta, esa mierda no iba a arruinarle eso.

Suicide | Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora