XXV

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Bajé frente al edificio de Rin y me volteé a ver a Sasuke.

- ¿Y ahora qué? -pregunté, sosteniendo la puerta.

- ¿Con que?

-Nosotros, obviamente. ¿Volverás a ignorarme?

Suspiró sin soltar el volante.

-Necesito tiempo para... pensar.

Asentí y cerré la puerta. Sabía lo que eso significaba.

-Oye -exclamó- ¿no vas a despedirte?

Estuve confundido por unos segundos hasta que el hizo un gesto para que volviera al auto.

Sonreí y volví a entrar para besarlo con entusiasmo.

-Y no pongas esa cara -dijo cuando me alejé- haré las cosas bien esta vez.

Subí y golpeé la puerta, lo que vendría ahora no sería fácil. Rin no tardó en aparecer y sonrió al verme.

- ¡Naruto! -exclamo con felicidad, hasta que notó los golpes en mi rostro- ¡¿Que pasó?!

-Un malentendido -la esquive para entrar al living y me siguió con la preocupación aun plasmada- no te preocupes. ¿Está Menma?

-Debe estar por llegar. ¿Estás seguro de que estás bien?

Asentí con fuerza, llevando las manos a los bolsillos de mi pantalón.

Toqué el collar que se encontraba en mi bolsillo y recorde la breve historia que Deidara me contó.

La abracé con fuerza y ella dió un pequeño grito de sorpresa.

-Tengo algo que mostrarte.

-Naruto, eres un amor pero... me estás asustando -dijo dando unas suaves palmadas en mi espalda.

Saqué el collar del bolsillo y ella lo miró con confusión, hasta que pareció reconocerlo y sus ojos brillaron.

- ¿De donde sacaste eso?

- ¿Lo reconoces?

Lo tomó y acarició el anillo que colgaba de la cadena como si fuera su objeto mas preciado. Sollozó hasta que no aguanto y comenzó a llorar en silencio.

-Es de Obito -me señaló el interior del anillo, sus iniciales estaban ahí- ¿De donde lo sacaste? ¿Esta es la razón por la que llegaste así?

-Algo así -me encogí de hombros. Ella siguió mirando el anillo y juntó sus manos para llevarlas a su pecho- la persona que me lo entregó dijo que... Obito nunca dejó de quererte.

Volvió a llorar con mas fuerza.

-Y que ese anillo nunca dejó de ser tuyo.

Se dejó caer de rodillas, aun apretando sus manos contra su pecho. Acariciar su espalda era el único consuelo que podía ofrecer, sabía que estaba sufriendo por la forma en que lloraba.

Y saber que fui responsable de eso hacia que mi pecho se apretara.

- ¿Que mas supiste? -preguntó, un poco mas calmada.

-Dijo que... Obito estaba sufriendo. Sabía que lo matarían y no hizo nada para evitarlo.

-Dios -tapó su boca, estaba temblando.

Solo segui acariciando su espalda. La culpa me estaba llenando, no podia seguir soportandolo.

-Lo siento.

Negó con la cabeza y se puso de pie. Corrí a la cocina para llevarle un vaso de agua.

-No, yo lo siento -se tomó unos segundos para calmarse y siguió- no lloré cuando supe que murió... ni en el funeral. No pude seguir haciéndome la fuerte.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora