XIV

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Todo lo que había planeado y logrado, se fue directa y rápidamente, a la mierda.

No culpo a Naruto de lo que pasó, o más bien, que volvió a pasar. Todo es mi culpa.

Toda la presión y el constante sentimiento de estar solo pudieron conmigo, quería olvidar todo, despertar junto al cuerpo cálido de la pelinegra que ocupaba mis pensamientos la mayor parte de mis días.

Consumí tantas drogas y alcohol que mi cuerpo estaba colapsando, comencé a vomitar y mi cuerpo estaba tan frio como un cubo de hielo. Naruto sabía lo que pasaba, llamó a Temari trastabillando en cada palabra, me subió al auto y condujo a urgencias.

Me subieron a una camilla y las enfermeras me hablaban diciendo que no cerrara los ojos, todo se sentía extrañamente confuso, me sentía como un niño asustado rodeado de gente extraña, me moví queriendo alejarme de ellos, sentía una fuerte sensación de estar en peligro, o solo estaba siendo paranoico, vi al doctor poner una luz frente a mis ojos.

-Atenlo -dijo.

-No -murmuré haciendo fuerza en mis brazos cuando las enfermeras se acercaron para tratar de atarme a la camilla. Apenas duré unos segundos haciendo fuerza cuando pudieron conmigo, grité dejando que el pánico se apoderara de mí, seguí tratando de liberarme lastimándome las muñecas, no me importaba.

Entre las enfermeras vi a lo lejos a mis hermanos entrar, Temari miraba a todos lados con temor, grité cuando una de las enfermeras inyectó algo en mi brazo con brusquedad, en un arrebato logre soltarme y saqué la jeringa de mi brazo lanzándola lejos, unos brazos me inmovilizaron sosteniéndome del cuello, grité con dolor.

- ¡Suéltenlo! -gritó Temari tratando de acercarse, pero Kankuro la sostenía, mirando a otro lado. Seguro queriendo evitar verme así- ¡lo están lastimando! -gritó nuevamente, esta vez su suplica fue más desgarradora.

Un hombre me empujó con su mano en mi frente haciendo que me recostara, grité deseando que terminara pronto.

Perdí el conocimiento cuando el doctor se acercó nuevamente una linterna frente a mis ojos.

Cuando desperté mis manos seguían atadas, estaba en una habitación y solo escuchaba el molesto sonido de la máquina que mostraba mi ritmo cardiaco, tenía unos pequeños tubos que daban oxígeno en mi nariz, el suero conectado a mi vena y un dolor intenso en mi cabeza, nada nuevo para mí,

Dos sobredosis en un año, vaya idiota.

Mi mano estaba cálida, me fije en ella y note que había una mano sobre la mía, delgada y con la piel un poco bronceada junto a una mata de pelo rubio amarrado en cuatro coletas, el color era como el de mi madre, di un leve apretón y levantó la mirada de golpe, sus ojos estaban rojos e hinchados, había estado llorando. Apretó mi mano soltando una risa amarga antes volver a llorar.

Hoy estaba nublado. Temari se fue por un momento y volvió con unas enfermeras, desataron mis muñecas y revisaron mi estado, se retiraron cuando el doctor entró y detrás venia Kankuro junto a Yashamaru, y mi padre.

-Así que por fin despertaste, ha mejorado bastante, pero te tendremos en observación otro par de horas para asegurarnos -dijo escribiendo en una ficha, metió su mano en el bolsillo de su bata y saco varios folletos que le entregó a mi hermana- son centros de rehabilitación que podrían interesarles.

-Mi hijo no necesita eso -habló mi padre con los brazos cruzados.

-Yo lo ayudaré, ya hiciste suficiente Rasa, debiste decirnos que Gaara había aparecido -replicó Yashamaru, agradeció al doctor y este se retiró de la habitación.

-Nuestro salvador -ironizó-... esta es mi familia -volvió a hablar mi padre acercándose amenazante.

-No me vengas con ese cuento, hace cuatro meses lo que menos te importaba era tu familia, yo soy el que ha velado por ellos.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora