XXI

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Seguí bebiendo animado por la gente de la fiesta, estaba boca abajo y mis piernas las sostenía un chico de cabello azul. Bajó mis piernas y todos aplaudieron levantando sus vasos, alcé los brazos en victoria. Había roto mi propio record.

–Eso fue épico —exclamó Kiba palmeando mi espalda.

La fiesta siguió y cada vez me sentía mas eufórico, mi pecho estaba descubierto y mojado. No podria decir si es sudor o otra cosa.

Desperté en la bañera, sin recordar como habia llegado aqui. Reí tocando mi cara. No me desagradaba despertar así, significaba que había sido una gran noche.

Salí con cuidado y me incliné sobre el lavabo, tenia la boca mas seca que un desierto. Me miré al espejo y pude ver que mi pecho seguia desnudo.

–Eres un exhibicionista —volví a reir, me estaba quedando sin camisetas en casa.

Sólo habían un par de chicos en la casa, vi a Kiba durmiendo en el sofá. Toqué al castaño con el pie y se removió confundido. Me estire bostezando ruidosamente y miré alrededor. Normalmente cuando perdía mi camiseta me colocaba la sudadera o la chaqueta que traía, pero por alguna razón salí sin ella.

Me pasee por el lugar hasta que vi una sudadera sobre una silla. Una sudadera ahí sola y abandonada técnicamente no tenía dueño.

Me despedí de los chicos en la estación y fui a casa de Sai. Me duché y deje mi nueva sudadera sobre la mesa, jugamos videojuegos hasta que Kiba llegó por la tarde, con una bolsa de hierba recién comprada.

Cuando se hizo de noche nos reunimos con Shino y fuimos a un club esta vez. Luego de una hora nos retiramos por que no teníamos suficiente dinero para comprar mas tragos.

Compramos unas cervezas y terminamos en la fiesta del amigo de alguien. Besé a una chica y nos estábamos escondiendo en el baño cuando comenzó a vomitar. La miré desorientado y levanté los hombros, una chica que parecía ser su amiga se quedó con ella y volví con los demás.

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Apenas abrí los ojos los tape por la luz excesiva que lastimaba hasta mi cerebro. Me retorcí y intenté abrir los ojos para ver donde estaba, vi césped y unos pantalones de pijama.

Sentía el frío césped por todos lados. Bajé la mirada y noté que había perdido la sudadera.

– ¿Volviste a olvidar que vives con Yashamaru ahora?

Levanté la mirada con los ojos entrecerrados, solo logre visualizar las rubias coletas de Temari.

–Creo que si —dije.

La escuché reir y alejarse.

–Entra, necesitas comer algo.

Me puse de pie con dificultad, mi cuerpo pesaba. Me rodee con los brazos y en cuanto crucé la puerta algo se estrelló en mi cara. Una camiseta.

– ¿Por que llegas asi?

–Tenía calor —respondí con una sonrisa. Temari bufó y me sirvió unos huevos fritos. Acarició mi cabeza como lo hacía cuando era un niño.

– ¿Como supiste que estaba ahí fuera?

–Una vecina llamó diciendo que había un chico muerto en mi jardín.

Reí divertido por su comentario.

–Ahora escúchame —dijo con voz severa y tirando de mi cabello— no hagas de esto una costumbre, ¿entiendes?

Me soltó no sin antes darme un golpe en la nuca.

–No lo hago. Hace semanas que no bebía así, consideralo un ritual de sanación.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora