XXII

348 27 29
                                    

Volví a dar vueltas en mi cama luego de haber intentado acomodarme hace dos minutos. Estiré los brazos a lo largo con frustración, ya tenía cuatro meses de embarazo y lo único que no me dejaba mantener mi vida normal eran los antojos. Busqué mi teléfono y vi que eran casi las once de la noche, elegí el contacto de Gaara y esperé.

– ¿Pasó algo?

– ¿Recuerdas cuando me llevaste a ese lugar cerca de Ichiraku? Donde vendían pollo frito...

–Oh, no de nuevo —lo escuché reír con sutileza— estaré allá en media hora.

–Te amo —le dije con emoción antes de que cortara la llamada.

Las cosas habían estado muy tranquilas estas semanas. Gaara consiguió trabajo en una cafetería en la ciudad para poder ahorrar dinero y quitarnos un peso de encima por un tiempo luego de que nazca el bebé. Puedo notar que le inquieta mucho el hecho de que va a ser padre a tan corta edad, pero estoy segura de que lo hará bien.

También estuve buscando un trabajo, pero Gaara me convenció de que no lo hiciera porque estar embarazada mientras aún estaba en el instituto y con mis horarios de estudio para mantener mis calificaciones, ya era demasiada presión. Los ahorros que mi madre dejó para mi deberían ser suficientes.

–Ojalá estuviera aquí —dije tocando mi vientre que ya comenzaba a hacerse notorio— ella me apoyaría.

Yo también tenía miedo. El primer pensamiento de una chica que se embaraza por un descuido es abortar, pero luego de unos días sentí que no podía hacerlo. Cometí muchos errores este año y este embarazo ya no se siente como un error.

Mi padre si dirá que lo es.

Tomé mi teléfono en cuanto sonó la notificación de un mensaje.

Corrí a la cocina de puntitas y abrí la puerta con cuidado. Fruncí el ceño cuando vi que Gaara no estaba ahí. 

Salí para buscarlo y salté del susto cuando apareció de golpe, había estado escondido tras un pilar.

– ¿Quieres que tenga al bebé ahora? —le regañe.

Me besó con una sonrisa en sus labios, le correspondí apegandome a su cuerpo y llevando mis manos a su rostro.

–Está helado —dije abrazandome a mi misma— vamos a mi habitación.

Tomé su mano y subimos en silencio, me lancé en la cama expectante mientras Gaara sacaba la comida.

–Traje estos dulces que te gustan —dijo mostrandolos antes de dejarlo en la cama— aquí tienes.

Me entregó la bandeja con el pollo frito y llevé un pedazo a mi boca, se sentía como si se derritiera en mi lengua con una explosion de sabor. Cerré los ojos con satisfacción.

– ¿Está bueno? —preguntó sacando una de las piezas.

–Está delicioso.

–También compré esos fideos con verduras que te gustan —volvió a sacar una bandeja de la bolsa.

–Ow...—dije enternecida— eres el mejor.

Cuando estaba por abrir la bandeja me detuve sorprendida, el pequeño que crecía en mi vientre había comenzado a moverse enérgicamente y podia sentir las suaves patadas. Estiré mi mano buscando la de Gaara, el se dejó llevar y cuando sintió los movimientos en mi vientre pude ver su angustia.

– ¿Que pasa? —pregunté preocupada, alejó su mano en cuánto lo solté. 

–No lo sé. 

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora