XII

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-No me toques -quité bruscamente su mano de mi hombro.

-No tienes derecho a estar molesto, ¡te lo advertimos! El sr. Hyuga no quiere que te vuelvas a acercar a Hinata -habló Temari.

La ignoré y caminé a mi habitación, mi cuerpo estaba tenso por los nervios y frustración, enredé mis dedos en mi cabello y apreté los dientes.

- ¡Que imbécil! -grité lanzando una lámpara contra la pared.

Corrí fuera del departamento, necesitaba salir de este edificio, tomé un autobús hasta llegar al club de Obito, un lugar de ricachones, uno de los mejores de la ciudad con mujeres dispuestas a recibir dinero por una noche.

Entré por la puerta trasera que se encontraba en un callejón vigilada por dos guardias, me dejaron pasar de inmediato.

- ¡Gaara, amigo! Me enteré que lo tuyo con la chica Hyuga se supo oficialmente, su papi ya no te dejará verla ¿cierto? -Deidara se abalanzó riendo sobre mi tratando de abrazarme, lo golpeé tirándolo al suelo, las chicas que se encontraban bailando exclamaron sorprendidas, se miraron entre ellas confudidas hasta que alguien dijo que siguieran trabajando.

Seguí mi camino hasta el segundo piso donde había varias habitaciones para que las chicas llevaran a sus clientes.

La habitación con una puerta negra era a la que me dirigía, alejada de las otras.

-Prepárame uno.

Me senté y saqué una jeringa de la bolsa, no quería pegarme alguna enfermedad por compartir estas cosas. Tomé el cinturón que había en la mesa y lo enrollé en mi brazo con fuerza.

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Cuando desperté estaba sudando frío, acostado en un sofá que había junto a la mesa, una patada en mi estómago me hizo toser y removerme tratando de recuperar el aire.

-Obito quiere que tú y Naruto vayan al club que al norte de la ciudad, hoy está lleno.

-No puedo -dije poniéndome de pie apenas- nos reconocerán en esa zona.

Esta vez su puño fue el que llegó a mi estómago.

-Cuando estás drogado me caes mejor -enterrando sus dedos en mi cara me obligó a mirarlo- los quiero allá en una hora.

Me soltó bruscamente haciéndome perder el equilibrio.

-Sasori -Obito estaba en la puerta con los brazos cruzados- ya puedes retirarte.

Reclamando por lo bajo salió de la habitación, Obito me llevó hasta la salida donde me entregó pequeños paquetes con pastillas y hierba.

-Y este -dijo sacando un par de sobres- es la paga, has hecho un buen trabajo como siempre -palmeó mi espalda con fuerza.

Guardé el sobre en el bolsillo de mi chaqueta, la gente estaba solo con camiseta corta por la primavera y yo estaba temblando de frío, caminé por casi media hora hasta que llegué al mejor barrio de la ciudad, donde todos los chicos del instituto se reunían. Les vendí a varios chicos que me encontraría en los pasillos cuando las vacaciones terminaran.

Sasori tenia razón, el lugar estaba lleno y vender la mitad no fue difícil. Estaba cerca de la casa de Hinata, no me tardaría en llegar y trepar hasta su habitación para verla un rato, aun no eran las doce, tengo tiempo para volver y vender el resto.

Reviso los bolsillos en busca de mi teléfono, ahora recuerdo que salí tan exaltado que lo olvidé en mi habitación.

-Tremendo idiota -me digo.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora