XXIII

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Las vacaciones de verano hasta ahora eran así: trabajar todo el día en la cafetería reemplazando a Gaara mientras el trabaja en una construcción. Volver a casa. Comer como si fuera la última vez. Hacer ejercicios para embarazadas y leer. Mirar mi vientre inflado y sentirme gorda. Dormir.

Repetir rutina.

Fue duro al principio. En solo una noche pasé de vivir en una gran casa con todas las comodidades, a vivir en un barrio inseguro compartiendo una pequeña habitación con el padre del bebé que causó todo y con la inquietud de no saber que pasará en el futuro.

Papá y Neji ya no me hablan.

Hanabi no tiene permitido estar conmigo y el tío Hizashi tuvo una pelea con mi padre por mi culpa. Al otro día de la pelea llegó a casa de Gaara y dijo que podía contar con el en todo, que no me dejaría sola. Lloré como nunca.

Pero lo que pasó después fue aún mas duro para Gaara y su familia.

Una semana después de llegar al apartamento de su tío, volvíamos juntos luego de un agotador día de trabajo y el lugar estaba vacío. No nos extrañó, su tío a veces se quedaba hasta tarde en la oficina, pero las horas pasaron y el no volvía.

Gaara se preocupó y lo llamó a su celular, frunciendo el ceño cuando esa voz programada dijo que el número al que llamaba habia sido desconectado. Su ceño se frunció aún más y corrió a la habitación de Yashamaru.

– ¡Hijo de...

Me quedé en la puerta observando a Gaara que estaba sentado frente a un armario conpletamente vacío. Tenía una carta en su mano.

– ¿Se fue? —pregunté. Gaara se veía bastante afectado. Alzó un papel y lo movió con una triste sonrisa.

–Dejó un cheque junto a esta estúpida carta.

Miró el trozo de papel por unos segundos y comenzó a destrozarlo con rabia. Dejó caer los trozos y salió de la habitación maldiciendo.

–Lo siento —lo seguí.

–No es tu culpa — dijo suspirando, me abrazó y besó mi cabello para calmarse— no es primera vez que hace esto.

En la carta, luego de disculparse por irse Yashamaru escribió que podíamos quedarnos con el apartamento. No importó, Gaara es orgulloso y decidió que empacaramos todo para volver a casa con sus hermanos.

–Es un cobarde —exclamó su papá recostado en el sofá— siempre lo he dicho. Cuando tu madre murió, huyó como un perro. ¡Yo tuve que hacerme cargo de todo! Un padre soltero sin ninguna ayuda.

–Ya cállate —dijo Kankuro, comiendo cereal con una mueca de desagrado.

–No te preocupes —la rubia apoyó su mano en mi hombro queriendo consolarme— nos arreglaremos aquí. Y te recuerdo, papá, que tu también huiste, YO tuve que hacerme cargo de todo.

– ¡Estaba de duelo!

Temari rodó los ojos y siguió preparando la comida. Su padre se levantó del sofá con pereza y caminó hasta la nevera para tomar otra cerveza.

–No te preocupes, princesita —tomó un largo sorbo antes de volver a hablar— los primeros meses son duros, pero en cuánto empiece a caminar no hay nada de que preocuparse.

– ¿Es en serio? —Gaara entró a la casa junto a Naruto, ambos traían las ultimas cosas que habían quedado en el auto— ¿tú, dando consejos de paternidad?

–Bueno, pues...—balbuceó, rascándose la barba de varios días— ustedes salieron bastante bien, digo... Temari está en la universidad, Kankuro es un artista o algo asi y Gaara va a ser padre.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora