XXXI

151 16 2
                                    

En cuanto crucé la puerta, dejé el bolso en el suelo y corrí al segundo piso, estaba decidida a convencerlo. Quiero volver a Japón.

Quiero estar cerca de mi hermana mayor, y conocer a mi sobrino.

Estaba a punto de abrir la puerta cuando sentí la voz de Neji.

– ¡No puedo pedirle eso! Ya arruiné bastante su vida.

–Lo superaría algún dia. No la quiero cerca de ese chico, convencela de volver.

–Es feliz ahora, tío, ¿por qué no puedes aceptar eso? Investigué a Gaara durante esos años, entró a la universidad y no se ha metido en problemas desde que...—suspiró con fuerza— me siento culpable cada día desde que dejé a ese niño en su puerta. No hay día en que ese momento se repita en mi cabeza.

–Estabas ayudando a tu prima. Fue lo mejor para ella.

– ¡No, no lo fue, tío! No lo haré. Realmente está mejorando y se ve feliz, no le quitaré eso.

Salté de la impresión cuándo la puerta se abrió de golpe y ambos nos miramos sorprendidos.

Di media vuelta y caminé con prisa a mi habitación.

–Hanabi —murmuró tras de mi— espera... ¿que escuchaste?

Cuando estábamos lo suficientemente lejos de la oficina de mi padre, giré con fuerza y le acerté una  patada en el estómago. Se encogió con un gesto de dolor y sorpresa.

–Hanabi...

–No estuviste con ella apoyándola porqué la querías —dije, mirándolo con repulsión— lo hiciste porque te sentías culpable.

Apretó los labios y cerró los ojos con fuerza.

–Si la quiero. No lo entiendes...

– ¡No, no lo entiendo! —exclamé volviendo a golpearlo, esta vez en las piernas haciendo que cayera de rodillas— tuve que ver como mi hermana se hundía, y todo por tu culpa. Cuando se entere que no solo papá estuvo involucrado...

Quería gritar, la rabia en mi pecho quemandome haciendo difícil que el aire llegara a mis pulmones. Mi padre se acercó con calma.

–Yo le dije que lo hiciera —dijo, sin una pizca de remordimiento. Neji se puso de pie, aún sosteniendo su estómago con una mueca de dolor.

–Por supuesto que lo hiciste —reí con ironía.

–Perder la paciencia no es de señoritas, Hanabi.

–Me importa una mierda.

–Lenguaje —frunció el ceño y se cruzó de brazos.

–Quiero volver a Japón —dije, demandante.

–De ninguna manera.

– ¡Quiero volver! Este lugar solo era soportable porque mi hermana estaba conmigo. Odio este lugar, odio el internado y odio ver sus caras después de lo que le hicieron.

–Tu hermana volverá.

– ¡No va a volver, tienes que entender eso!

–No seguiré discutiendo sobre el tema, Hanabi, te quedarás aquí.

Exhale con fuerza viendo como volvía a su oficina. Neji me miró con lástima.

–Tal vez pueda convencerlo.

–No lo lograrás —me crucé de brazos y sonreí cuando una idea se cruzó por mi mente— pero yo si.

Mi plan comenzó en cuánto desperté en la habitación del internado. Al principio no sabía que hacer para lograr completar mi plan, pero recordé esas veces que el novio de mi hermana y su amigo contaban sobre las razones por la que los expulsaron del colegio.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora