XIX

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Un pequeño golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos.

- ¿Que fue lo que pasó? -Tayuya se sentó a los pies de la cama- Rin estaba hecha una furia gritándole a ese chico extraño, y escuché que te habían traído aquí.

-Solo fue un desmayo, me sucede de vez en cuando desde que era pequeña.

-Que buena forma de librarte de situaciones incómodas.

-No lo había pensado así -ambas reímos.

-Vamos, cuentame lo que ha pasado, estuviste toda la noche aqui, estaba desesperada por hablar contigo -insistió.

-Me llevó a la azotea y...

- ¿Cogieron?

- ¡Claro que no! Se comportó como un imbecil de primera, diciendo cosas de mi y de Gaara.

-Me suena a celos, ese chico esta loquito por ti -se tiró en la cama y seguimos conversando, un golpe en la puerta nos interrumpió.

-Hola -saludó Menma, con las manos en los bolsillos.

-Espero que vengas a disculparte, porque vaya que metiste la pata -habló Tayuya pasando por su lado, se despidió de mi con la mano y se alejo de la enfermería.

- ¿Ya estás mejor?

-Si, tenía bajo el azúcar o algo así -mentí.

-Yo... Si venia a disculparme -dijo, con una mano en su cuello- lo siento por lo que te dije, estuvo fuera de lugar.

-Si -respondí, mirando al techo.

-De verdad lo siento.

- ¿Enserio crees que no tengo futuro con Gaara? -pregunté con temor. Menma me miro fijamente.

-Si.

- ¿Por qué?

-Los chicos como el... Son como una bomba de tiempo, pueden estar bien por un tiempo, pero cuando menos lo esperes explotará, sin importar a quién lastime.

Mordí mi labio, tratando de encontrar fallas en lo que dijo.

-Mejorará, sé que lo hará.

Hablé sin estar convencida del todo, necesitaba a Gaara, más que nunca. Pero aún no encuentro fallas en lo que dijo Menma, si bien se había rehabilitado, en unos meses volvió a caer. El habia dicho que lo obligaron cuando Akatsuki los encontró, pero no sabía si creerle.

- ¿Por cuánto tiempo? -volvió a cuestionar.

Frunci el ceño suspirando ruidosamente, tenia tantas dudas, miedo, soledad. No sabía si contarlo a alguien para que me aconsejara o esperar hasta decidir con Gaara que hacer. Pero también era algo que debería decidir sola, es mi cuerpo, tal vez Menma tenia razon y solo traeria al mundo a un bebé que seria rechazado por mi familia, lo considerarían un bastardo, y si Gaara volvia a caer en las drogas, estaria destinado a una vida igual o peor que la de su padre. Pasé una mano por mi cara, no sabía que hacer.

-Menma -la voz severa de Rin nos hizo voltear hacía la puerta- vete a casa, ya has hecho bastante por hoy.

El pelinegro me miro con la cabeza gacha y sonrió antes de dar media vuelta para largarse. Rin se acercó con preocupación.

-Deberías ir a comer algo, o ir a tu cuarto a descansar, el doctor ya te dio el alta.

-Gracias -dije, bajando de la camilla- la verdad es que tengo bastante hambre.

Comi hasta quedar saciada y salí al jardín para sentarme junto a la fuente, era uno de esos dias helados, donde apenas podías disfrutar la calidez de los rayos de sol. Una cabellera rubia y brillante resaltaba entre todo el ambiente, sonreí cuando reconocí a mi mejor amiga.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora