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Terminé de alistarme y caminé al espejo, lucia un vestido color crema ajustado en la cintura con tirantes, unos cuatro dedos arriba de la rodilla, el cabello recogido en una coleta y botines blancos.

Bajé y mi padre ya nos esperaba en el sofá, le hice una seña y partimos al auto para irnos al restaurant, cuando llegamos al centro pasamos por un parque, a lo lejos pude divisar a los chicos, ahí estaba Naruto, Kiba y los demás, pero no estaba él, ¿Dónde estaría Gaara? Me golpee mentalmente por seguir pensando en él.

Llegamos al restaurant y mi padre le entrego las llaves a un chico que era de los encargados en ir a estacionar los autos de los clientes. El lugar era uno de mis preferidos, tiene un candelabro enorme en medio colgando del techo, haciendo brillar todo, mesas con manteles largos color rojo y sillas acolchadas, sin hablar de los camareros con sus trajes perfectamente arreglados.

Nos dirigimos al segundo piso que era la zona VIP y nos sentamos cerca de la ventana, la vista era un jardín con estatuas de ángeles rodeados de flores y árboles de cerezo.

- ¿Que pedirán las señoritas?

Un camarero se acercó y pedimos lo de siempre, debajo de la mesa jugaba con mis dedos aun inquieta por lo que pasó en la casa de Ino, ¿En que estaba pensando? En nada, está claro. Tenía la sensación de que alguien me miraba, pero la ignoré y seguí conversando con mi hermana y mi padre.

Mientras comíamos mi padre preguntaba sobre nuestro rendimiento escolar aun sabiendo que nuestros profesores enviaban las calificaciones a su correo cada mes. Nos habló de los países que había visitado y sus costumbres, y de lo mucho que le gustaría llevarnos de viaje con él a recorrer el mundo, debería emocionarme, no todos tienen la oportunidad de viajar por el mundo.

Comimos el postre entre risas por las bromas de Hanabi, ya eran casi las cinco de la tarde y aun sentía esa mirada, disimuladamente mire a las otras mesas y la sorpresa fue innegable.

Era Gaara, estaba aquí y yo no me había percatado. Al parecer vino con su familia, sonrei de manera insconciente y mi padre lo notó, no se me ocurrio otra cosa que decirle que necesitaba ir al baño, respiré profundo y mojé mi cara cerrando los ojos tratando de que el sonrojo se fuera, alguien tapo mis ojos y me arrastro hasta un cubiculo, me asusté y trate de forcejear, cuando retiraron la mano vi esos hermosos ojos y cabello rojo desordenado.

- ¿Huyendo de mí?

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Entramos al lugar y nos recibió un hombre con traje que nos llevo al segundo piso donde mi tío al parecer había reservado, nos toco junto a un ventanal en el que se podía ver todo el piso de abajo, apoye ambos brazos en la mesa con el menu en frente, no estaba seguro de que esas comidas fueran japonesas.

-La comida es internacional -dijo Yashamaru al ver que no lograba decidir.

-Sabes que soy mezquino con la comida.

-Yo voy a probar el chile -habló Kankuro, emocionado- con unas costillas...

-Quiero yakisoba.

-Pero Gaara, puedes probar otra cosa..

-Yakisoba.

Yashamaru sonrió derrotado y el que tomaba las ordenes pudo irse, me recosté en la silla con las manos entrelazadas en mi regazo, explore con la mirada el lugar y pude notar como un par de señoras me miraba despectiva susurrándose cosas al oído, levante el dedo del medio y el rostro de las mujeres se enrojecieron como un tomate.

-Gaara, no seas insolente -dijo mi tío sonriendo, el sabe lo mucho que detestaba a esas personas y aun así me trajo aquí, le parecía gracioso.

Suspire profundamente y el nombre de la pelinegra llego a mi mente ¿Cómo mierda me voy a disculpar con ella? Tal vez deba dejarlo así, por lo insistente que ha seguido el gran imbécil de mierda de Sasuke, tal vez ella lo perdone y vuelvan a ser novios, fruncí el ceño cuando los imaginé juntos y una opresión en mi pecho me hizo sentir extraño. Apoye mi cabeza en la silla mirando al techo, el candelabro estaba rodeado por un espejo, en el que se veía reflejado un cabello negro azulado muy familiar, mire alrededor y mi respiración se detuvo, Hinata estaba a unas mesas de distancia, con un hermoso vestido y sonriendo junto a su hermana y el que parecía ser su padre.

Mala InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora