🥀𝕯𝖎𝖊𝖈𝖎𝖔𝖈𝖍𝖔🥀

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— JiMin, mira, un

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— JiMin, mira, un...— se detuvo al ver a TaeHyung observarla, analizado sus movimientos.— Ah, TaeHyung, no sabía que ya Jimin se había ido.— humedeció sus labios.— Disculpa, no te molesto más.— retrocedió sobre sus propios pasos, pero se detuvo antes de abrir la puerta.

— Jackie...

Rápidamente Jackeline fue invadida por esos recuerdos que tenía junto al pelinegro. Elevó su mirada topándose con la chocolate de TaeHyung, suspiró. Se tensó al recibir sus vivencias y sentimientos, esos que había prometido (se había prometido) encerrar en lo más profundo de un cajón.

Chicago, E.U.A, enero, año 1885.

— ¿No te parece que es hora de que vayas a comprar esos zapatos de los que hablaste?— preguntó Hoseok a su hermano.

— De hecho, iba a ir justo ahora.— sonrió el pelinegro y se levantó de su asiento.

Se colocó su sombrero, el cual ocultaba un poco su rostro, dejando ver solamente su nariz y sus labios rosados. TaeHyung saldría al centro de la ciudad, ahí es donde compraría esos zapatos tan caros y codiciados por la burguesía de ese tiempo.

Siempre me había gustado vestir a la moda, y con esos zapatos lo haría. Así que llegó a la tienda de calzado, caminó hasta llegar al mostrador de este para preguntar por esos zapatos. 

— Perdone, señorita.— se dirigió hacia la dependienta del lugar que se encontraba de espaldas acomodando unas cajas. Esta reaccionó ante el llamado y volteó rápidamente para atender a su nuevo cliente.

— Oh, joven, sea bienvenido a este humilde local.— la muchacha pelinegra lo miró, no veía bien su rostro.

— Muchas gracias.— hizo un asentimiento de cabeza.— ¿Podría indicarme donde encontrar los zapatos de último modelo?

— Por supuesto, los puede encontrar si rebusca en las estanterías del fondo, si me necesita, solo avíseme.

— Gracias.— se dirigió hacia donde la muchacha me había dicho.

El hombre de apariencia misteriosa caminó hacia donde le indicó la chica, y esta, no paraba de observarlo. Su espalda es muy ancha –cosa que le llamó un poco su atención–, hombros amplios, piernas largas, manos con largos dedos, dedos que portaban anillos de oro aparentemente, pero lo que más le cautivó fue su sonrisa cuadrada que mostró por unos escasos segundos. Y aunque no pudo ver su rostro bien, estaba muy convencida de que se trataba de un hombre realmente atractivo, no se trataba de un simple humano de los que acostumbraba ver diariamente, regordetes y bajitos. 

La muchacha seguía sumergida en sus pensamientos, suspiraba como una adolescente enamorada. De su mente no salía la figura tan perfecta de ese hombre de gruesa voz y sonrisa inocente. Misma voz que la sacó de sus pensamientos al ser llamada. Observó al frente y se encontró con él joven que ahora sabía que era pelinegro y con rasgos asiáticos, ya que se había quitado su sombrero dejando ver sus ojos color chocolate y su perfilada nariz. Un rostro tallado por los mismos dioses, tan elegante y sensual.

— Señorita, ¿Le importaría contarme?— dijo TaeHyung con los zapatos en sus manos. Sonrió con amabilidad, cosa que terminó de enloquecer a la muchacha.

— Pu-pu-pues, claro.— sus nervios la delataron. Le dió la espalda a TaeHyung para darle el ticket de compra con el precio de los zapatos. Agarró el bolígrafo para hacer el ticket.

TaeHyung, quién no apartó su mirada de la muchacha siguiendo casa uno de sus movimientos con sus ojos, obviamente es aumentaban los nervios de la muchacha quién únicamente respiraba con el 20% de sus pulmones, ya que acababa de notar que habían dejado de funcionar cuando ese hombre le habló.

— A-aquí tiene, joven.— me estiró el papelito con su visa fija en el suelo.— Gracias por su compra.

Sus mejillas ardieron cuando al TaeHyung agarrar el ticket, rozó sus dedos con los de ella.

— ¿Se encuentra bien, señorita?— frunció su seño el pelinegro.

— Sí, tranquilo, no se preocupe, estoy bien.

— ¿Cuál es su nombre?— preguntó curioso.— Yo soy TaeHyung, TaeHyung Casttle.

— Yo soy...— dudó un poco antes de seguir hablando.— Jackeline Steell.



BlackVille, época actual.

— Pensé que no volvería a escuchar nunca más ese sobrenombre de tus labios.— comentó tímidamente, siente algo de incomodidad.

— ¿Por qué no?— preguntó extrañado.— Somos amigos ¿no?— ladeó su cabeza.

— Claro, amigos.— sonrió con ironía. Carraspeó.— Meredith está mucho mejor.— cambiando de tema.

— Lo noto, si corazón recuperó el ritmo habitual.— sonrió.— Quiero que despierte para abrazarla.

El rostro de la chica rubia entristeció levemente, sus ojos se cristalizaron al escuchar el amor y las ansias con las que habló de Meredith. Pero no lloraría, no delante de él. Aunque, TaeHyung estaba tan concentrado en la castaña que ni siquiera se había dado cuenta del daño que le hicieron sus palabras a Jackeline.

El pelinegro volteó despacio y pudo ver el efecto de sus palabras en la muchacha, ya que notó su sonrojo y los ojos de esta cristalizados. Solo que no sabía que estaba así por su culpa.

— ¿Estás bien?— frunció su seño.— ¿Por qué estás así tan de repente?

— No es nada.— sorbió su nariz.— Tengo que trabajar, nos vemos.

Volteó nuevamente para irse a la puerta y salir de ahí, pero nuevamente fue detenida. Esta vez, TaeHyung la detuvo sosteniendo su brazo.

— ¿Todavía tienes sentimientos hacia mí?— fijó su mirada en los ojos de la rubia.

— Para nada.— negó rápidamente.— Eso es pasado, el pasado no debe regresar.— se soltó del agarre del chico y tomó el pomo de la puerta y abrió esta.— Adiós, debo irme.



Chicago, E.U.A, agosto 1885.

— ¿Te gustaría ser mi novia?— preguntó con cierta emoción el pelinegro.

— Oh, TaeHyung.— juntó sus manos encima de sus labios sorprendida.— No necesito pensarlo, por supuesto que quiero.— abrazó a TaeHyung con mucha emoción.

— Fantástico.— su sonrisa era muy notoria.— Comenzaremos los preparativos para casarnos, en unos meses.



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Adicto a tu piel ©(+21)[OT7]✓ ᴱᴰᴵᵀᴬᴺᴰᴼDonde viven las historias. Descúbrelo ahora