CAPÍTULO 26

649 48 2
                                    

Rhett


Miro a Aki parado a mi derecha esperando atacar en cualquier momento. El plan de Dalia es descabellado, pero confío en ella. La noticia de su muerte corrió como pólvora e increíblemente los ataques por parte de Rojas cesaron. Volvimos a casa en cuanto la declaramos segura, bajo la atenta supervisión de Aki, quien está demostrando ser más que un simple perro guardián. Dos semanas después nos encontramos aquí, listos para acabar con todo este asunto.

—Todo está listo —comunica Killiam, colgando la llamada en su móvil.

—¿El niño? ¿Está bien?

—Sí, está en perfecto estado como me afirmó mi contacto, llegarán en unos minutos.

—Mátenlo una vez que tengan al hijo de Jenny seguro —ordeno mirando los autos que se estacionan delante de mí—. No quiero cabos sueltos.

—Recuerda no matar a Rojas —susurra Killiam para luego apartarse de mí.

La mujer baja de su automóvil destilando confianza. Pronto estará acabada, me aseguré de ello. Sus labios se curvan en una sonrisa y solo puedo sentir repulsión por ella.

—Hola, bebé —saluda en su acento particular.

—Rojas —respondo mirándola a los ojos.

—¿Me extrañaste, bebé?

«Definitivamente esta mujer delira».

¿Quién en su puto sano juicio extrañaría a una loca desquiciada como ella, que no solo intentó matarte, sino que amenazó con acabar tu imperio?

—No. Para nada —aseguro mientras se acerca a darme un beso en la mejilla.

—¡Auch! Eso rompió mi corazoncito.

—¡Increíble, tiene corazón! —me mofo e inevitablemente tomo mi arma y le apunto en la frente—. Dame una puta buena razón para no derramar tus sesos por el césped.

—Porque conmigo expandirás tus horizontes. Además, sabes cómo es esto, solo estaba cubriendo mis espaldas, nunca fue mi intención hacerte daño, era a ella a quien quería muerta, no a ti —confiesa desafiante.

Hay que admitir que la perra tiene agallas. No cualquier persona habla tan claramente con un arma amenazando su existencia.

—No me digas que sigues enojado conmigo por matar a la perra de turno que se las daba de sicario.

Quiero gritarle que Dalia no era una simple perra, era mi perra y que era el mejor sicario, corrijo, es la mejor.

—Solo me das más razones para querer matarte.

—Lo siento, no debí mencionar a la putita.

—Será mejor que te laves la boca antes de mencionarla.

—Como sea —dice mientras enciende un cigarrillo—. Vine para hablar del futuro. Tengo muchos planes para los dos.

—Estás completamente loca.

—Solo me estaba defendiendo, una recién aparecida quería quitarme lo que es mío.

—Espera, ¿te refieres a mí?

—A ti, a tus negocios, a todo. Baja esa arma. Ya me cansé de esto.

Aki me da una mirada y sé que si quiero seguir con el plan de Dalia debo hacerle creer a Rojas lo que ella quiera creer, al menos hasta que llegue él.

«Seguro me quiere también envuelto y con un moño».

—Sé más específica, Rojas.

—Una alianza.

RULETA RUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora