CAPÍTULO 28

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Dante


Los señores son buenos conmigo, ellos me van a cuidar, lo dijo el señor de barba y tatuajes, Killiam, ese es su nombre, él me gusta bastante. Él me está enseñando palabras nuevas con las que tengo que doblar mi lengua para poder decirlas, no me gusta, pero ahora estoy en Chicago, en los mismísimos Estados Unidos y debo aprender.

Me gusta este lugar, me gusta mi habitación, por fin tengo una cama y ropa que huele lindo y, cuando despierto, la ropa que me saqué el día anterior ya está lavada en mi closet, no sé qué signifique esa palabra aún, pero así le dice la doñita gordita que ordena mi habitación y me hace desayunos increíbles, la comida aquí sí que es rica y me dejan comer mucho chocolate, amo el chocolate, antes solo una vez lo probé cuando la patrona botó a la basura unos que dijo que estaban feos, para mí supieron bien ricos.

Llevo aquí en esta enorme casa tres semanas, me dijo la señora Dalia que antes ellos vivían en una casa más pequeña pero que no era seguro para nosotros ir allí... me gusta esa palabra "nosotros", me hace sentir bonito en el estómago.

La tableta hace bing y la reviso velozmente, aún no sé cómo usarla, aprendo rápido, siempre decían eso los patrones. La dejo en la cama otra vez, frustrado por no saber usar el aparatejo, por suerte mañana es mi primer día de clases, me han comprado cosas muy bonitas, y esenciales, dijo el boss, la señora dice que no lo llame así, pero a él parece gustarle y yo quiero agradarle mucho. Cuando sea grande quiero ser como él, aunque mis ojos son del color del sol y los de él casi blancos. Quiero crecer muy pronto y aprender el idioma que hablan todos aquí, no me gusta sentirme como un bicho raro, quiero que mi mami desde el cielo esté muy orgullosa de mí.

A veces sigo teniendo miedo de que alguien entre a mi habitación, pero la señora es buena conmigo y sé que me va a cuidar. Ellos me quieren aquí, además tengo un ángel en el cielo que me cuida. Voy a ser valiente como el hombre araña y un día dejaré la luz apagada. Lo sé, yo puedo. El boss dice que yo puedo lograr todo lo que me proponga y le creo, aunque aún no sé qué significa "proponga", pero voy a estudiar mucho, para no ser nunca más un burro.

—Muchacho, ya está el desayuno servido —avisa la señora gordita, ella me gusta también porque habla como yo—. Recuerda...

—No hacer esperar al jefe. Siempre pedir permiso para hablar. Comer como Dios manda. Todo anotado, señora Celia.

—Eres un buen niño, vas a estar bien. —Remueve mis cabellos sonriendo—. Ahora ve rápido que ya deben estar en la mesa y, ¡no corras...!

Lo dice demasiado tarde, pero me detengo al borde de las escaleras. Hoy me puse una de las camisetas bonitas que me regaló la señora Dalia, reviso que mi aliento esté bien y bajo con cuidado, no quiero descalabrarme en esta cosa enorme.

—Buenos días, Dante —exclama el señor por encima de su periódico.

La señora me regala una sonrisa mientras tomo mi asiento en la mesa.

—Buenos días.

—Tu pronunciación del inglés está mejorando —me felicita el boss, y yo feliz empiezo a comer.

—Hoy vendrá una maestra de inglés solo para ti —comenta la señora.

—¿En serio? ¡Qué padre!

—Debes apresurarte a desayunar para empezar cuanto antes, por la noche quiero que me cuentes todo lo que aprendiste. ¿De acuerdo?

—Sí, señora, lo haré...

Asiento con la cabeza y empiezo a comer de prisa cuando un tipo armado pasa por la ventana frente de nosotros, esos hombres no me gustan, pero siempre están en la casa, por nuestra protección dice Killiam. En la finca había igual hombres así, pero ellos no me cuidaban a mí, me hacían daño. Muevo mi cabeza alejando los recuerdos malos y miro a las dos personas sentadas conmigo en la mesa. Me cuidarán, lo sé. Tengo una familia ahora y haré lo que sea por ellos.

RULETA RUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora