CAPÍTULO 11

1.1K 82 21
                                    

Dalia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dalia


No sé ni lo que hago, simplemente lo sigo como una abeja sigue a su reina, en mi caso a mi Rey. Todo lo que estoy dispuesta a hacer por él va mucho más allá de lo que yo misma imaginé. Es insaciable, siempre quiere más de mí, de lo que puedo hacer y darle.

«Estoy rayando en lo demencial, lo sé, o tal vez estoy tan enamorada que si me pide que me lance de un puente lo haré sin siquiera pensarlo, solo por ver esa sonrisa suya, esos labios curvarse con devoción y admiración por mí y solo por mí».

En poco tiempo nos unimos demasiado, tanto, que hasta da miedo. Ayer cuando me habló de su plan, estuve dispuesta a hacerlo desde antes de que terminara de hablar. No será mi primera vez usando un arma, pero él quiere entrenarme y yo no quiero quitarle ese capricho, así que guardé silencio cuando anunció que hoy al amanecer vendríamos al campo de tiro, además de que estar a solas con él es algo que anhelo desde hace mucho tiempo. Es mi primer, y tal vez el único, entrenamiento que tendré antes de matar al comandante Rose, antes de cruzar más líneas por él.

El sol está casi saliendo, los pájaros cantan al nuevo día y la fría mañana nos abraza.

—¿Preparada? —pregunta rodeando mi cintura por detrás.

—Sí.

—Me gusta esto —dice absorbiendo mi perfume y pegando nuestros cuerpos aún más—. Pero aún no hemos hablado del temita que tenemos pendiente.

Estúpida Renata que ahora sale a colación arruinando el momento. No sé ni por qué dije lo que le dije a la flaca esa, pero Rhett no me corrigió y eso fue un gran punto para mi ego.

—Lo siento.

—Te estás disculpando conmigo —se mofa, poniendo mis cabellos en el otro extremo de mi cuello y besa la parte descubierta de mi piel—. ¿Será posible eso o estoy soñando?

—No es un sueño.

—No me gustó en la manera que sucedió eso, pero sucedió.

Toma mi mano y la dirige al blanco que tengo a cinco metros, su respiración y la mía se funden en una sola.

—No respires. Apunta y dispara, nena.

Cierro los ojos, exhalo todo el aire que tengo y me concentro en mi objetivo. Uno, dos, tres y disparo. La bala atraviesa con éxito el blanco. El olor a pólvora me hace recordar viejos tiempos.

«Padre. Lo extraño tanto».

Rhett deja mi mano y me devuelve a la realidad.

—Dime dónde aprendiste a disparar. —No es una pregunta, es más la curiosidad hablando por Rhett.

—Mi padre me enseñó.

Técnicamente le digo la verdad. Aún no creo estar lista para afrontar mi pasado y todo lo que conlleva eso.

RULETA RUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora