CAPÍTULO 7

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Rhett

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Rhett



«—Debes pensar con la cabeza fría. Aquí no hay lugar para el titubeo. Este es tu legítimo derecho, ha sido así desde mi padre y lo será hasta el fin de los días. Promételo, Rhett, este es tu lugar.

Recuerdo una y otra vez las palabras de mi madre antes de que su luz se apagara, pero en mi mente había algo más; venganza.

«Oh sí, la dulce venganza».

Me esforcé por ser tomado en cuenta, abracé mi apellido y me forjé mi propio camino. Nueve años me llevó estar aquí. Yo soy un Johnson legítimo y nunca debieron quitarme lo que era mío.

Killiam me mira atento y cuando nota mi sonrisa sabe que es hora de mi venganza.

Mataron a mi madre y mataron mi corazón en el proceso y Dios no quiera que me entere de que hay más serpientes en esto, porque no tendré reparo en mi castigo.

—Verán —anuncio a medida que Killiam cierra la puerta principal de la sala—. Esperé esto por mucho... —Mi aliado Santino, viejo amigo de mi abuelo, y uno de los subjefes más leales que tuvo, hace lo propio con la puerta de emergencias—. Y tal vez hasta más de lo debido.

Los ancianos subjefes de mi familia me miran apacibles, ellos saben que esto debe ocurrir.

—Mi familia fue asesinada y de la peor forma —declaro y logro ver que mi tío se remueve en su silla, nervioso—, no dejaron que me despidiera de mi abuelo y me quitaron a mi madre. Ahora...

—¡¿De qué se trata todo esto?! —pregunta a los gritos mi primo, John. Interrumpiéndome.

—De venganza. Siempre he sabido quiénes fueron los responsables y llegó la hora de pagar.

—Se encontró culpable a la Bratva que quería nuestro territorio. Esto es absurdo —se excusa mi tío, William.

—Claro... ustedes lo dijeron y todos debimos creerlo, ¿verdad? —Agarro mi copa llena de vino y bebo todo su contenido para luego continuar con esto.

Killiam rodea la mesa para llegar a mí y me entrega el arma que se usó para matar a mi madre, un revólver compacto S&W 60. Apunto a mi primer objetivo, el consigliere de mi tío, Alonzo, quien dejó impunes a los asesinos. Disparo el arma y doy justo en el centro de sus ojos, estos se desorbitan y cae muerto sobre la mesa, la sangre tiñe de rojo el mueble y nadie se mueve para huir de ella.

—Va uno. —Miro a mi tío William, el hermano de mi abuelo, a quien ahora desconozco como familiar mío y este traga en seco, le apunto a él, pero este cierra los ojos y entonces dirijo mi mira a John, su hijo, y le disparó tres veces; una en el corazón, por el corazón que perdí por su causa; otro en la garganta, por todas las cosas que no pude decir nunca a mi madre, y el último en su cabeza, por creer que podría reemplazarme—. Van dos... —Sonrío satisfecho mientras los hombres de la famiglia observan. Ahora soy el jefe y nadie puede detenerme—. Todos creyeron las mentiras de John, pero yo lo vi ese día. —Mi última bala es para mi tío, que con un movimiento de cabeza acepta su destino.

RULETA RUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora