CAPÍTULO 13

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Dalia

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Dalia


«Miro mi reloj en mi mano temblorosa esperando que el camión se detenga pronto. Tengo hambre y necesito ir al baño con urgencia. Los días en el barco pesquero no fueron lo peor después de todo. Pronto estaré en Chicago y empezaré una nueva vida. Tengo que hacerlo sin mirar atrás.

—No hay otra alternativa, Dalia —dijo mi viejo maestro.

El camión se detiene y rápidamente me pongo de pie, ayudándome con las cajas de pescados que fueron mis fieles compañeros en toda mi travesía.

Escucho el seguro de la puerta, mi pecho sube y baja descontroladamente, meto mi mano en mi bolso tomando mi arma, espero antes de actuar y respiro aliviada cuando mis ojos reciben la luz del día, y me da la vista del joven que también me sirvió de acompañante en mi escape de Japón.

—¿Lista? —pregunta ofreciéndome su mano para ayudarme a bajar.

«Camina, Dalia, no mires atrás, allá ya no hay nada para ti».

—Suerte en tu nueva vida —comenta haciéndome recordar todo lo que dejo atrás.

—Gracias —respondo, luego salto del camión para nunca más volver».

Despierto cubierta de sudor, mis manos tiemblan.

—Masahiko.

Su nombre dicho en voz alta es un suspiro que llevaba demasiado tiempo atorado en mi garganta, pero también es algo que se siente como cuchillas atravesando mi pecho.

Juré no mirar atrás por él y, ahora, después de tanto, solo quiero sumergirme en mi propia miseria, no puedo culpar a nadie por mi desgracia, después de todo fueron mis elecciones. Pude evitar tantas cosas, tanta sangre derramada en mi nombre y al final sigo derramando sangre, solo que esta vez no es por mi causa.

Nunca seré la chica que Masahiko miraba en mí. Él traía luz, una hermosa luz a mi vida, y yo, en lugar de dejar entrar su luz, lo sumergí a él en la oscuridad.

Aún puedo recordar su risa, ese tono dulce con el que me hablaba, las veces que trató de enseñarme sobre las estrellas y yo lo miraba maravillada. Tenía quince años cuando lo conocí y de inmediato me enamoré, pero lo alejé lo más que pude, después de todo nadie quería estar con la hija de... me detengo, aún no puedo ni pensar en ello. Padre fue muchas cosas en la vida, pero era mi padre y lo amaba, nunca permití que nadie me hiciera sentir culpable por lo que él era. Cuidó de mí cuando estuve sola y me hizo fuerte. Yo estaba orgullosa de él. Pasamos juntos por las llamas del infierno y salimos casi ilesos. Era mi mundo. Luego, Masahiko apareció y yo sonreí, padre dijo que mi sonrisa era mejor con él, aunque estaba mal, él no era para mí, me dijeron que no estaba en mi destino, debía olvidarlo.

Busco agua y encuentro la jarra vacía, por lo que abro la puerta y voy directo a la cocina. Mis pies descalzos sobre el mármol se sienten demasiado fríos.

RULETA RUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora