CAPÍTULO 14

988 68 29
                                    

Rhett

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rhett


Cierro la puerta detrás de mí y me quedo un momento apoyado en ella.

Maldita sea. No sé en qué estaba pensando cuando traje a Rojas hasta aquí. No puedo perder a Dalia, ella es mía. No sé cómo, pero debo reparar esta metida de pata. Me doy la vuelta, tomo el pomo de la puerta y cuando estoy a punto de abrir, Jenny me intercepta.

—Señor, la señorita quiere verlo antes de marcharse —dice y luego se va.

Camino el largo pasillo y bajo las escaleras para ir a su encuentro.

—Aún no te has ido. Pensé que entendías las indirectas.

—Haré como que no escuché esas palabras.

—Y harías muy mal, Renata.

Ciertamente esta mujer ya me ha fastidiado demasiado y lo último que quiero es seguir alentando falsas ilusiones en ella. Para ser una mujer empoderada como ahora se muestra, es muy ingenua.

—Es cierto entonces. Te enamoraste.

¿Amor? Mierda. Estoy más jodido de lo que pensaba.

—Si así fuera, no es de tu incumbencia.

—Yo soy tu mejor opción.

Río a carcajadas por sus palabras y se muestra furiosa.

—Cuando hablas, ¿piensas al hacerlo o no?

—Vas a pagar por esto.

—Te repito, niña, tú nunca tuviste poder, así que no lances amenazas que no puedes cumplir. Además, fuiste un buen aperitivo antes de la cena, pero jamás fuiste mi plato fuerte. Quiérete un poco más y lárgate de mi propiedad.

Sí, puede que esté sacando chispas por todo su cuerpo, pero, si por culpa de ella pierdo algo importante, yo seré quien la mate.

«Piensa con la cabeza de arriba, Rhett.» Qué tarde para recordar el consejo que me dio Killiam cuando llegó mi pubertad.

—Ella va a morir.

Agarro fuertemente su brazo y la obligo a verme a los ojos. Esto ya es el colmo del descaro, el intento de gánster piensa que puede amenazar, no solo mi vida, sino también la de Dalia.

—Si quieres tenerme de enemigo será mejor que estés preparada para ello. Tu maldito puerto no es el único, ni es tan indispensable.

Mentira. Necesito a la zorra, pero si de ello depende perder a Dalia, entonces carece de relevancia para mí. Yo puedo encontrar otro proveedor o hasta puedo fabricar mi propia mercancía, ni que fuera cosa del otro mundo. Químicos hay muchos. Puertos hay más.

—¡Vete a la mierda! Me vas a pagar esta humillación.

Completamente cabreado la arrastro hasta la puerta y la saco de mi casa. Mis hombres ven la escena de reojo. Nunca lastimaría a una dama, pero esta no es ninguna, así que esa regla no aplica para ella. Cierro la puerta de golpe y subo una vez más las escaleras.

RULETA RUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora