CAPÍTULO 19

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Rhett

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Rhett


Todo lo que sucede a mi alrededor es como un déjà vu. Dalia se ve como lo que siempre ha sido para mí, una reina. La miro orgulloso de lo que es. Fuerte. Guerrera. Poderosa. Extremadamente ardiente y, lo más importante y lo que quiero recalcar más, es que es... mía. Mi reina.

—Me llaman tu reina.

—Hacen bien, porque eso eres exactamente para mí.

—Descansa ahora. —Obedezco porque me falta el aliento, aun así, ella aprieta mi mano y hago lo mismo mientras la ambulancia nos lleva a nuestro nuevo destino. Cuando llegamos me limito a escucharla dar órdenes, con cada una de ellas mi orgullo crece más y más. No sé cuánto tiempo pasó desde el accidente y necesito tener el control lo antes posible, odio sentirme ignorante ante la situación.

«Realmente lo odio».

—La quiero muerta, a ella y a su madre —exclama por el teléfono satelital y luego cuelga.

Si hay alguien tan tonto como para ponerse en el camino de esta mujer, incluso más que Rojas, esas son las Marino, por lo que la orden de sus muertes me tiene sin el menor cuidado.

Por primera vez en muchos años soy un espectador más. 

*************

«Contemplo su cuerpo ensangrentado. Llámenme loco, pero creo que la sangre la hace ver bella.

Tomo la toalla y la sumerjo en el agua, le quito el exceso de líquido y paso mis dedos por su hermoso rostro. Sin duda sus facciones son dignas de retratar, claro que bajo los moretones que tiene ahora y su labio partido. Quito un mechón de su pelo, le paso la toalla por su rostro lentamente, cuidando de no hacerle más daño.

No soy el mejor de los enfermeros, pero al menos su rostro ya no está ensangrentado. Su mano descansa en la cama e instintivamente la tomo y le doy un beso. Para cuando termino de limpiarla aún estoy duro. Odio que ella produzca esto en mí, realmente lo odio.

«Dalia».

Digo su nombre en un susurro y me detengo a verla. La sangre. Los golpes. El innegable hecho de que fue violada no la hace menos atractiva a mis ojos, de hecho, la vuelve el objeto de mis más oscuros deseos.

Hay algo en lo macabro de todo esto que me hace desearla con desesperación o tal vez ya la deseaba desde antes y solo ahora me permito admitirlo por fin».

—¿Te encuentras bien? —indaga Dalia sacándome de mis recuerdos, han pasado casi veinticuatro horas desde que salimos del rancho, necesito hablar con Killiam, sin embargo, en este momento solo la quiero a ella, la tomo por la cintura y la pego a mi cuerpo. El búnker a donde nos han traído es desconocido para mí y sé que todo es obra suya.

RULETA RUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora