ɪᴍᴍᴜɴɪᴛʏ |Volkacio|

10

El día había llegado, si bien ya había salido al exterior anteriormente, sabía que no se iba a poder comparar con la Incursión que estaba a punto de emprender. No podía evitar temer que le pasara lo mismo de la otra vez, que la radiación le volviera a afectar de forma fatal, aunque ya le habían garantizado que no iba a ser así.

Se encontraba, una vez más, en el Área de Extracción junto con su compañero ruso, sumidos en un silencio que solo conseguía poner más nervioso al menor. Tal y como había hecho en la Incursión de prueba, se puso el uniforme y cogió la radio, dirigiéndose posteriormente a la puerta.

—Espere— escuchó la voz de Volkov a sus espaldas. Se dio la vuelta de nuevo, encontrándose al mayor con una mochila en sus manos— Esta vez hay que llevarla.

—Oh.

Cogió la prenda que el mayor le daba, solo para notar lo grande y pesada que era. Decidió tomarse la libertad de abrirla para comprobar qué era lo que la hacía tan tediosa, descubriendo en su interior latas de comida, agua y mantas.

"Oh no" se dijo a si mismo. Aquello solo significaba una cosa: iba a pasar al menos una noche allá fuera.

Justo en ese momento, la puerta de la sala se abrió, dando paso al resto de Inmunes quienes venían charlando entre si, como si estuvieran totalmente acostumbrados a aquello, aunque, efectivamente, estaban acostumbrados.

—Hombre— dijo Blake encaminándose amigablemente hacia el menor— ¿Estás preparado?

—No me queda otra— suspiró, haciéndole sacar una risa al contrario.

—Las primeras veces igual no, pero al final se acaba haciendo divertido, ya verás.

Horacio sonrió en respuesta, deseando que aquello le pasara algún día, que saliera fuera y lo viera como algo divertido, un juego de niños que acampan en el exterior. Solo con pensarlo se sorprendía de que aquello pudiera pasar.

Vio acercarse a la compañera de Blake, sonriendo, lo cual le sorprendió todavía más.

"Joder, sí que están acostumbrados"

—Ey— saludó con voz dulce— Soy Alanna, encantada.

—Igualmente.

Correspondió al gesto mientras veía de fondo a Volkov hablando con Conway, parecían estar repasando el plan.

—Blake tiene razón, le acabarás pillando el gusto, pero poco a poco— dijo, haciendo que el menor volviera a mirarla, siendo contagiado por la sonrisa de la mujer— Por el momento, buena suerte.

—Muchas gracias.

La pareja de Inmunes se retiró para ir a ponerse sus respectivos uniformes, dejando a Horacio solo, observando a cada una de las personas que estaban allí. Su mirada se topó con la del mismo veterano que se había burlado de él el día antes de la Incursión de prueba, Brown, quien parecía estar mirándole con mala cara.

—Okay, supongo— murmuró para si, rodando los ojos y dándose la vuelta para encaminarse al "ascensor", decidido a esperar al ruso ahí.

No tuvo que aguardar mucho, pues a los pocos minutos Volkov terminó su conversación con el pelinegro y, tras buscar con la mirada a Horacio, se acercó hasta él.

—¿Recuerda el número?— preguntó señalando a la pequeña pantalla que se encontraba al lado de la puerta.

El menor notó sus mejillas arder mientras trataba de hacer memoria, en vano. No se acordaba ni de lejos de ningún dígito de aquel código. Se mantuvo callado, la vergüenza le consumía tal y como le consumía a un niño que no se sabía la lección de clase. Volkov se dio cuenta, dejando salir un suspiro en forma de regaño, aunque entendía que los últimos días habían sido demasiado ajetreados para aquel chico.