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—Tiene una leve conmoción debido al golpe en la cabeza, probablemente afecte a su humor estos días, pero no hay nada de qué preocuparse.

Conway escuchaba atento la explicación del doctor mientras analizaba por el rabillo del ojo al protagonista de la escena, quien mantenía un semblante extremadamente serio para lo que era él.

—¿Sólo una conmoción? ¿Se le han hecho todas las pruebas pertinentes?

Volkov había hablado con un tono más duro del normal. Aquella noche, como era evidente, no había dormido, y aquello sumado a la frialdad de Horacio le estaba pasando factura. Quería asegurarse al 100% de evitar negligencias por parte del Área Médica del Arca, y asegurarse de que el más joven se encontraba bien.

—Todas y cada una de ellas— afirmó el doctor con una pequeña sonrisa— Le puedo asegurar que Horacio está incluso más sano que yo.

—Si no os importa— habló de pronto el nombrado, cortando por completo la conversación y ganándose así la atención de todos— Que Claudio os ponga al día, yo me iré a descansar. Estoy agotado.

—Por supuesto, Horacio. Necesitas resposar— se adelantó el doctor— Avísame si necesitas cualquier cosa.

Volkov entonces frunció el ceño al notar la cercanía con la que el de cara tatuada le trataba.

—Lo haré, nos vemos.

En cuanto los tres hombres se quedaron solos, fue el pelinegro el que decidió hablar.

—¿Entonces eso es todo?

—Sí, el golpe no ha resultado ser grave. Como he dicho, con un poco de reposo estará bien.

Claudio cesó su consejo tratando de morderse la lengua mientras veía cómo el más veterano de los inmunes dejaba salir un aliviado suspiro. Sin embargo, sabía que a Horacio le pasaba algo más, y no podía no dar la cara por aquel chico de ojos bicolores.

—Aunque... Si me permitís el atrevimiento, Horacio parece estar en su límite. Es importante que cuide de su salud en todos los aspectos, o todo este estrés podría hacer mella en él.

Volkov levantó ambas cejas, sorprendido, y sin darle siquiera oportunidad a Conway, habló.

—¿Disculpe?

—Señor, conozco a Horacio, puedo asegurarles que está sometido a más estrés del que puede soportar, y sé que ustedes también son conscientes de ello.

El ruso parpadeó un par de veces ante lo que estaba escuchando, para luego fruncir el ceño y acercarse al médico.

—Encárguese de hacer bien su trabajo en lugar de meterse en el de los demás, o pronto habrá una nueva vacante en el Área Médica.

Tanto Claudio como Conway observaron estupefactos al imponente ruso que mentenía aún la corta distancia con el doctor.

—Está bien, nosotros nos vamos ya— habló entonces el pelinegro con el fin de parar la pequeña disputa.

Volkov terminó alejándose del sorprendido médico para marcharse del lugar a grandes pasos.

Conway no esperó un segundo más para ir detrás del peligris, teniendo que apurar el paso para alcanzarlo.

—¿Qué coño ha sido eso?— preguntó en cuanto logró agarrarle del brazo para hacerle frenar.

—¿El qué?

No pasó desapercibido el duro y áspero tono para el más bajo.

—No me jodas, Volkov— escupió— Acabas de amenzar con matarlo.

ɪᴍᴍᴜɴɪᴛʏ |Volkacio|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora