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Abrió los ojos, molesto y, para qué mentir, alertado por la claridad que daba de lleno en su cara. Se incorproró casi de un salto mientras notaba su corazón latir de forma frenética, y se dispuso a mirar a su alrededor algo desorientado, o al menos hasta que recordó qué hacía allí.

—Ya se acostumbrará— escuchó la voz de Volkov.

Este parecía estar preparándose para partir, por lo que Horacio hizo lo mismo, aún con el susto en el cuerpo. Nunca antes se había despertado viendo la luz del sol, y aquello le resultaba algo extremadamente extraño, aunque también agradable.

Una vez que ambos estuvieron listos, decidieron salir del edificio y continuar su expedición. Aún era muy temprano, por lo que el frío de aquella mañana impactaba en el rostro del menor como si de afilados cuchillos se tratara, dando como resultado los casi imperceptibles temblores que no pasaron desapercibidos para el ruso.

—En unas horas subirán las temperaturas. De momento manténgase en movimiento y así entrará en calor.

Horacio asintió algo avergonzado y se dispuso a caminar, pero al ver los numerosos edificios en frente suya, se paró en seco.

—¿Cómo se supone que tenemos que hacer esto, exactamente?

—Hay que buscar cualquier cosa que nos sirva— respondió adelantándose y acercándose a la primera estructura que parecía haber aguantado bien las bombas— Inspeccionaremos los edificios uno por uno, le acompañaré en los primeros.

—Está bien.

No, en relaidad no estaba tan bien cuando el ruso de dos metros estaba insinuando que Horacio iba a tener que meterse en aquellos lugares tan terroríficos y lúgubres solo. Sin embargo, era la conversación de la noche anterior la que parecía estar dándole un pequeño impulso de valentía.

"No soy débil, no soy débil, no soy débil."

Siguió al Inmune dentro de lo que aparentaba ser un establecimiento en el que antes de la catástrofe se vendían diferentes cosas, pero no parecía quedar nada. Imitando las acciones del mayor, empezó a analizar con cautela estante por estante, por si se les escapaba algo.

—¿Cómo es posible que no quede nada?

—Hubo supervivientes a las bombas— Horacio se giró sorprendido ante la nueva información— Durante los primeros días trataron de mantenerse con vida, buscando suministros como hacemos nosotros.

—¿Y qué fue de ellos?

Se acercó aún asombrado a Volkov, quien leía el prospecto de algunos botes que había encontrado.

—Fueron muriendo poco a poco por la radiación.

El de cresta se quedó pensativo tras lo dicho, pero se mantuvo callado mientras terminaba de revisar la tienda. ¿Cómo no había pensado en eso antes? Siempre se había hablado de aquellos ataques y lo que sucedió después en el Arca, pero esa parte se la habían saltado.

Tras unos minutos más, abandonaron el lugar y repitieron lo mismo con el siguiente, donde lograron encontrar alguna cosa de utilidad, aunque no las suficientes.

—¿No es posible que haya otros Inmunes?

La pregunta pilló por sorpresa a Volkov, quien frunció el ceño confundido.

—¿En el Arca?

—No, bueno, sí— se corrigió— Pero me refiero en el exterior. Es decir, si hay radioactivos, ¿por qué no iba a haber Inmunes que sobrevivieron a la radiación del 2022?

—Es distinto.

La respuesta tan seca del peligris dejó aún más confuso a Horacio.

—¿Por...?— le incitó a continuar mientras dejaba de lado su tarea para observar la espalda del mayor, intrigado por la respuesta.

ɪᴍᴍᴜɴɪᴛʏ |Volkacio|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora