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Horacio no se movió, simplemente pestañeó varias veces ante lo que acababa de escuchar.

—¿Qué?— habló por fin en un hilo de voz.

—Los científicos del Arca han analizado tu sangre, y han determinado que eres Inmune— hizo una breve pausa en la que miró fijamente al menor— Necesitamos que seas el compañero de Volkov.

El de cresta se giró a ver al ruso, quien le mantenía la mirada, pero no sabría decir si de forma amenazante, curiosa o simplemente cansada.

—P-pero no me he hecho ninguna analítica recientemente.

—Horacio— el hombre le dedicó una pequeña sonrisa que pretendía ser reconfortante— Tenemos muestras de sangre de todos los que estáis aquí.

Horacio tenía muchas preguntas que hacer, pero su cabeza en aquellos instantes era un completo caos, daba las gracias de estar diciendo frases coherentes.

Trató de tranquilizarse un segundo y pensó en lo que le estaban diciendo. Era un Inmune, podría salir al exterior sin volver a temer la radiación. El corazón de Horacio nunca había latido tan rápido, sin embargo, lo poco que le quedaba de parte racional le decía que un Inmune experto en incursiones desde hacía más de diez años había muerto hacía tan solo cuatro días, a manos de a saber qué allá fuera, y ahora le estaban pidiendo a él que ocupara su lugar sin saber mucho más del exterior que las historias que le contaban de niño.

—No, no...— murmuró para si mismo— Esto no puede ser— escuchó a Conway resoplar a su lado— Yo no estoy entrenado, no sé cómo funciona el mundo exterior, tiene... Tiene que haber más Inmunes, no puede ser que solo sea yo.

—Cada prueba de inmunidad nos cuesta muchos recursos que ahora mismo no debemos desperdiciar. Hemos hecho una selección y el único Inmune has sido tú.

—¿Y por qué yo?— preguntó casi desesperado, aunque trataba de mantener la compostura— ¿Por qué me han seleccionado a mi?

—Posees unas cualidades que podrían ser de gran ayuda— Horacio, quien se había enderezado en la silla fruto de la tensión, se dejó caer contra el respaldo— Serás entrenado antes de tu primera Incursión, y no olvides que tu compañero no es un novato cualquiera.

El de cresta se lo pensó un poco antes de hablar.

—¿Qué pasaría si me negase?

—Una Incursión entera menos, lo que significaría una escasez aún mayor de suministros y alimentos, y terminaría con la muerte de todo el Arca— escupió esta vez Conway enfurecido.

El Gobernador hizo un gesto en su dirección para que se calmara, lo que, en cierta medida, reconfortó a Horacio, quien sentía que se lo estaban comiendo los leones.

—Además, es o hacer Incursiones acompañado para abastecer al Arca, o ser expulsado a tu suerte— si antes había reconfortado al de cresta ahora lo había hundido— Tienes un largo historial delictivo, Horacio— el nombrado estaba demasiado confuso, nunca le habían pillado en nada de lo que hacía, ¿cómo sabía eso? Como si pudiera leerle la mente, continuó hablando— En este lugar no pasa nada sin que yo me entere, joven.

Entonces pensó bien en lo que le acababa de decir y se permitió soltar una risa seca. Ahora lo entendía.

—Así que esas son mis cualidades, ¿no?

Nadie en la sala respondió, pero para Horacio aquel silencio era la respuesta. El saber escurrirse de los guardias y robar sin ser pillado le había llevado a estar en aquella situación. Suspiró pesadamente sin saber qué hacer. Miró nuevamente a su izquierda. Conway parecía estarse cansando de él, mientras que Volkov seguía exactamente igual que antes.

ɪᴍᴍᴜɴɪᴛʏ |Volkacio|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora